Bancos centrales, geopolítica y dólar débil sostienen el ascenso del oro

El registro diario de la cotización del oro situó la onza en US$ 3.346,5 el 4 de julio, muy cerca del máximo histórico de US$ 3.452,8 alcanzado el 13 de junio. Partiendo de los US$ 2.647,4 anotados el 6 de enero, el metal acumuló un salto de unos 30%, empujado por una secuencia de picos intermedios (US$ 3.399,2 el 4 de junio y US$ 3.417,3 el 16) que revelan compras sostenidas cada vez que el precio cede unos dólares. Con ello, en lo que va de este año, el oro revalidó su posición como el activo con mejor desempeño entre los grandes referentes financieros, fenómeno que el Consejo Mundial del Oro describe como la “quiebra sucesiva de récords nominales” observada durante todo el primer semestre.

Lingotes de oro guardados en el Banco Nacional de Suiza, en Berna. Archivo
Lingotes de oro guardados en el Banco Nacional de Suiza, en Berna. ArchivoGENTILEZA

Uno de los motores más visibles ha sido la demanda oficial. La reciente Encuesta de Reservas de Oro de los Bancos Centrales 2025 confirma que, por tercer año consecutivo, los bancos centrales añadieron más de 1.000 toneladas a sus reservas, ritmo que duplica el promedio de la década previa. La señal responde a un doble objetivo: diversificar carteras ante la erosión del dólar y elevar la liquidez de activos a prueba de sanciones. Estas compras, concentradas en economías emergentes de Asia y Oriente Medio, han actuado como un piso estructural para la cotización y explican por qué los retrocesos, intradía, se revierten con rapidez. La propia institución resalta que las adquisiciones oficiales se han convertido en “el sostén más constante” del mercado al contado durante 2024-2025.

La política monetaria estadounidense ha sido otro componente crucial. El 18 de junio, la Reserva Federal volvió a dejar sin cambios el rango objetivo de los fondos federales en 4,25-4,50%, al tiempo que mantuvo la reducción de su hoja de balance. El informe semestral de política monetaria insistía en que los riesgos a la baja para el crecimiento y la inflación han aumentado, lo cual reforzó las expectativas de un ciclo de recortes antes de fin de año. En el mismo contexto, la combinación de rendimientos reales más bajos y un dólar debilitado generó condiciones propicias para el oro: en los 30 días posteriores a la reunión, el metal ganó cerca de 4%.

Al mencionado escenario se suman los sobresaltos geopolíticos. El presidente Donald Trump anunció el 4 de julio su intención de notificar aranceles unilaterales de hasta 70% a varios socios comerciales; la noticia llevó a los mercados a recalibrar primas de riesgo en cuestión de minutos. La nueva amenaza arancelaria se añadió a las tensiones de conflictos regionales, elementos que tradicionalmente impulsan compras especulativas de oro a corto plazo. Reuters calcula que, en lo que va del actual año, las coberturas vinculadas al riesgo político explican casi una cuarta parte de la tendencia alcista sostenida, magnitud solo comparable con episodios de choque anteriores como el Brexit o la invasión del ejército de Rusia a su vecino Ucrania.

¿Qué se espera del crecimiento económico global?

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El contexto macroglobal tampoco ofrece demasiados amortiguadores. Es de recordar que el informe de “Perspectivas de la economía mundial” del Fondo Monetario Internacional (FMI) de abril proyectaba una desaceleración del crecimiento mundial y advertía que los desequilibrios fiscales y la fragmentación comercial podrían agravarse si prosperaban nuevas barreras al intercambio. El diagnóstico ya había impulsado la migración de capitales hacia activos tangibles, incluidos metales preciosos. A diferencia de la renta variable, cuyo comportamiento depende de márgenes y flujo de caja, el oro se beneficia de los temores a esta inflación: un escenario de menor actividad con inflación aún por encima de los objetivos. Para varios gestores de carteras soberanas, la lógica es clara: ante la duda de si los bancos centrales disponen de margen para recortar sin reanimar la inflación, conviene reforzar la exposición a un activo que históricamente conserva valor real.

Finalmente, el mercado internacional combina un soporte estructural, a decir: una diversificación de reservas y tipos reales bajos, con decisiones ciertamente estratégicas que disparan la demanda cuando el precio retrocede. Si esas condiciones perduran, la onza podría consolidarse por encima de US$ 3.300 y preparar el terreno para nuevas plusmarcas en el segundo semestre, coinciden analistas internacionales.

*Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.

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