La política, el oficio de la promesa vana

La política es el oficio de mentir en forma sistemática y constante. Y de acallar una mentira con otra que mantenga viva la promesa que jamás se cumplirá, porque es vana, irreal. La política ya no es la búsqueda del bien común, sino la común búsqueda del bien particular. De los políticos. Ejemplo de esto: aquel plan electoral llamado Plata en tu Bolsillo.

“Con más trabajo y con precios más bajos, voy a hacer que el dinero alcance; que vuelvas a tener plata en tu bolsillo”, decía un Santiago Peña sin canas en un video de campaña antes de las elecciones del 2023. Estaba presentando su plan Plata en tu Bolsillo, del cual hoy no se sabe absolutamente nada. Bueno… Sabemos dónde está la plata. No está precisamente en el bolsillo de la gente.

Afirmaba don Santiago que los precios suben por culpa del combustible. Y prometió devolver la competitividad a Petropar. Los precios del combustible bajaron por coyunturas internacionales, pero la competitividad de Petropar es un misterio.

El presidente de la petrolera estatal pareciera consagrado a la más turbada pasión por una diputada que abocado a paliar los déficits del ente.

En aquel video está manifestada in aeternum la creación de 500 mil nuevos empleos que prometió el entonces candidato presidencial. Esto posibilitaría —según expresó don Santiago— la existencia de “circulante en la calle” y con ello el país volvería a crecer.

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“Yo sé cómo hacerlo”, concluyó tajante el hombre, que agregó: “Mejorar la economía de los paraguayos va a ser mi prioridad”.

El circulante es como el póra: todos creen haberlo visto, pero nadie asegura haberlo visto. ¿Crecimiento? Un crecimiento económico notorio, pero no se puede pagar a los proveedores medicinales, a las empresas vialeras; ni abastecer de medicamentos a los hospitales públicos ni remunerar dignamente a médicos ni solucionar el drama del transporte público. ¿Adónde va tal crecimiento?

¿Los 500 mil empleos? Una enorme cantidad de gente está sumida en el subempleo y en los que se dan en llamar “empleos basura”, expresión extrema, pero gráfica.

Si uno le cuenta a un extranjero que una docente obtuvo en el 2016 un crédito de 150 dólares y que por un juego de prestidigitación judicial con la complicidad de actores del sector público y del privado esa docente está hoy obligada a pagar, por aquella mínima deuda, un total de 430 mil dólares, dirá sarcásticamente que eso es pura ficción.

En el Paraguay, la realidad suena a ficción pura. La mafia de los pagarés es una prueba. Ni al mejor guionista hollywoodense se le hubiera ocurrido una trama tan truculenta, en la que la ley protege a los delincuentes y las víctimas terminan siendo los malos.

Aquí la mentira es un hecho político y un próspero negocio. Los ladrones son inocentes y terminan con la plata en su bolsillo. Mientras, una docente piensa impotente cómo pagará la pantagruélica mentira en que la envolvieron.

Que venga la próxima promesa.

nerifarina@gmail.com