Plotino

Es necesario dar un salto en el tiempo para observar curiosamente cómo las ideas de Platón sirvieron para tratar de frenar a los predicadores del cristianismo.

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Su principal mentor es Plotino, quien enseñó en Roma y se dedicó a esta tarea hasta su muerte. Acudían a su escuela desde todas las provincias del imperio, aquellos que mantenían con orgullo las tradiciones paganas y reprobaban los principios de igualdad del nuevo credo, que hablaba del poco aceptable misterio de un Dios muerto en suplicio. Afirma Plotino que Dios es incomprensible e innominable para nosotros: es todo lo que existe y nada de lo que existe; contiene en sí toda la realidad, pero no es una esencia determinada; de aquí se infiere que el nombre menos impropio que se le puede atribuir es el de "Uno".
Consiste, entonces, en la unidad absoluta, necesaria, inmutable, infinita; pero no es la unidad numérica, es la unidad universal en su perfecta simplicidad. Este "Unum", abstracto y universalísimo, está sobre todas las cosas, sobre todas las ideas y perfecciones que podemos concebir, siendo el principio y el ser de todo. No es ni bondad, ni libertad, ni pensamiento, ni voluntad, sino que es superior a todo esto, y hasta es superior al ser.

LA MAYOR INTELIGENCIA
Sostuvo Plotino que el "Uno" no es el ser, tampoco es inteligencia: es superior a ambos y esta sobre toda acción, sobre toda determinación, sobre todo conocimiento; no es ni movimiento, ni quietud, ni alma, ni siquiera cosa individual o determinada. Es el único y máximo arquetipo, idea pura en espléndida pureza.
­Para Plotino, Dios es la unidad superior a todas las cosas, inclusas la esencia y la vida, unidad que entraña en su fondo todas las esencias, que lleva en su seno todas las formas específicas, sin ser ninguna de ellas, sin ser realidad concreta. Es el Unum anterior y superior, en el cual coexisten y se identifican los contrarios: es la realidad neutra y uniforme, pero también informe, superior a toda determinación y forma.
­Mantiene que del Unum absoluto emana la Inteligencia suprema, la cual constituye el "segundo principio" de las cosas, espontánea y necesaria, a la manera que la luz emana del sol.
Esta Inteligencia suprema significa y representa una primera evolución del Unum absoluto, por medio de la cual este pasa del estado inconsciente al conocimiento consciente de sí mismo como realidad absoluta y universal. La Inteligencia es a la vez el objeto concebido, el sujeto que concibe y la acción de concebir.

LA UNIVERSALIDAD DEL ALMA
¿Pero que viene después del "Unum", y la Inteligencia suprema? Pues viene el Alma universal, para constituir, en unión con los dos anteriores, lo que se conoce como la famosa triada de Plotino.
Manteniendo lo que el consideraba una relación armoniosa de su doctrina, Plotino enseña que la materia de que se compone el mundo visible carece de verdadera realidad, porque la verdadera realidad pertenece al mundo inteligible, al mundo divino de las ideas.
Así, el universo producido, informado y eternamente vivificado por el Alma universal, contiene, además de las almas humanas, las de los brutos y las de los astros, un alma especial o propia de la tierra, la cual es también inteligente y es una especie de diosa.
Era esta doctrina la que profesaban generalmente los neoplatónicos referente a la vivificación del mundo, al cual consideraban como un animal inmenso, compuesto de diferentes partes o miembros, formando una especie de organismo cósmico.
Siguiendo la línea de Sócrates y Platón, procura demostrar Plotino la inmortalidad del alma humana. Dice que no puede perecer nuestra alma, de esencia simple, que no puede dejar de ser, ni por división, ni por alteración. Existe además un alma del mundo que emana directamente del Unum, que así diviniza al universo-mundo, incluyendo al sol y las estrellas.
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