El sillón presidencial tiene un hechizo. Quien lo usa pierde el sentido de la realidad y cree navegar en mundos de ensueños. Tiene otra consecuencia: quiere hacernos creer que somos habitantes de ese universo donde todo es prodigioso; donde nada sucede que pueda inquietarnos.
Con muchos actos se recordó el miércoles el Día del Libro Paraguayo. Se manifestó, entre otros temas, el vigor de la literatura paraguaya en sus distintos géneros. Sin profundizar en la historia, una mirada rápida nos muestra el aporte singular de escritores, editoriales, libreros, a la rica cultura nacional.
En una reunión con los periodistas, el Papa León XIV acaba de pronunciarse a favor de la libertad de prensa como un bien social que debemos defender. La gente civilizada –de cualquier nivel social- entiende la importancia de la prensa libre sobre la que descansan la democracia y los demás valores humanos.
¿En qué momento se jodió el Perú?, pregunta un personaje de Vargas Llosa en “Conversaciones en la Catedral”. La misma pregunta podemos hacer nosotros: ¿En qué momento se jodió el Paraguay? Respuesta: Fue cuando alguien vertió el veneno de la ambición en el oído de Horacio Cartes señalándole el Palacio de Gobierno.
A sabiendas de una lucha perdida en todos los frentes, reitero este año mi denuncia de que se ha robado a los obreros su día, tradicionalmente el 1 de mayo. Pasó a llamarse día del trabajador. Son conocidas las condiciones extremas, largamente padecidas, por los obreros de las fábricas norteamericanas. Junto con los escasos salarios soportaban 12 horas de trabajo, entre seis y siete días semanales.