Ante la férvida intención de la honorable senadora Yamy Nal —a quien le gusta descolocar a sus votantes con sus filtros fotográficos— de que los periodistas presentemos declaración jurada, me adelanto a hacerlo. Desde su propio corral le dijeron que eso no es viable. Pero uno nunca sabe. Por ahí, alguien se levanta un día tras un embotellamiento y ordena: “marche una ley para que sepamos cuánto embolsan los periodistas”. Y ¡cataplín!, la ley se hace. Mayoría van a tener
“En la agenda política priman los intereses sectoriales y se olvidan de la agenda de desarrollo y de su promesa de trabajar para la gente”. Esto no es de ningún opositor, sino de la conservadora Unión de Gremios de la Producción. Año 2024, cuando el Quincho expulsó a Kattya González. Y sigue siendo actual. Al Gobierno lo maneja la política, y a la política no le importa la gente. Ergo: al Gobierno no le importa la gente.
No recuerdo que tantos gremios empresariales, todos conservadores, alzaran su voz, como ahora, para exigir al gobierno que acabe con la mafia que lo somete. Lalo Gomes, tras su asesinato, dejó suelto su póra, su fantasma en un teléfono. Santiago Peña, con sonrisita descafeinada, exclamó primero ¡Deporte, papá! Hoy llama a una “cumbre”. En sus manos el país se deshace en podredumbre
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María Eugenia Garay, prolífica generadora de novedades literarias, nos presenta un nuevo poemario, Algo llamado vida, a través del cual plantea un dilema que ha inquietado al ser humano desde siempre: la inexorabilidad del destino o la libertad de elección del camino propio.
Un inodoro modesto adquirido en una liquidación. Su única inteligencia consiste en responder dócilmente a la cadena o al botón de vertido del agua (si hay agua). Sentado en él, cual El Pensador de Rodin, el paraguayo, estreñido y seco, trata de entender cómo sobrevive el Paraguay al saqueo insaciable del cada vez más poderoso bandidaje vernáculo.
El periodista le cuenta a la ciudadanía aquello que el poder no quiere que se sepa. Por ello molesta a los gobiernos; más aún a esos que tienen caracú autoritario. Por otra parte, un medio no es poderoso porque su dueño lo sea; es poderoso porque el público le cree. La adhesión del público es el único poder que tiene un medio. Es lo que hace posible su vigencia.
La bronca se extiende como salsa en la camisa. Por el peaje: su aumento y su ubicación; por la habilitación de vehículos, el incremento en el impuesto inmobiliario, por los adictos señores del microcentro. Por los termos con 5 millones. Pero la bronca viene repartida: se avisa a Yamil Esgaib que hay otro gay gringo que asume con muchísimo poder. Prepare la protesta.
Quizá el último intendente que pensó en Asunción como ciudad fue Porfirio Pereira Ruiz Díaz. Con la “democracia” aparecieron los políticos en el cargo, y aquella urbe pintoresca se convirtió en botín y fuente de negociados. Avanzó el deterioro de su centro histórico. Asunción es hoy la capital más decadente de la región. Obra de politiqueros.
El deporte brindó tantas alegrías al pueblo y puso la cara muchas veces como imagen de nuestro país. No siempre recibió el apoyo que se merece. Hasta hoy, por ejemplo, el Estado no devolvió al básquet su escenario emblema, el Comuneros, donde Paraguay obtuvo su histórico primer título internacional en selecciones. Stroessner lo expropió en enero de hace 47 años.
Alguna vez, un colorado hizo un inocente pedido a sus correlí: ñamonda’i miéna, lo mitã. El hombre pensaba, con ingenuidad, que con robar menos alcanzaría para que el país mejorara. Viendo que en este gobierno se roba tanto o más que en los anteriores, podríamos repetir el candoroso pedido para el 2025: robad un poco menos.