La abogada Esther Roa, conocida activista contra la corrupción y la impunidad, fue detenida en la propia sede del Poder Judicial por manifestarse frente a numerosas personas que querían escucharla. La Policía intervino con rudeza, arrancando de la mano de la abogada el escrito que estaba leyendo y luego, entre varios, la apartaron y la llevaron -contra su voluntad- detenida a una dependencia judicial.
Hay una especie de esquizofrenia respecto a la posibilidad de que EE.UU. invada Venezuela. Particularmente pienso que esa posibilidad es poco probable, aunque no descartable si sucede algo extremadamente grave contra el país del norte. Por ejemplo, al estilo Osama bin Laden contra las Torres Gemelas. Pero la sola presión al parecer ya se está volviendo insoportable para el régimen venezolano.
Ciudad del Este hizo lo correcto, la oposición hizo lo correcto y Miguel Prieto hizo y está haciendo lo correcto. Votar bien parece sencillo, pero es la clave en cualquier elección. Ciudad del Este creció y podría decirse que hoy mismo es un modelo de desarrollo político del país, simplemente porque su ciudadanía hizo valer su poder, sin la intermediación del asistencialismo, la corrupción ni el clientelismo estatal y partidista.
“No habría política sin miedo”, afirmó el filósofo italiano Roberto Espósito, y su expresión alcanza tanto a ciudadanos como a mandatarios. Para las personas, el miedo –siempre vamos a hablar del temor político y no de los personales- se basa en la inseguridad frente al poder, sobre todo a la posibilidad de que el bienestar colectivo resulte perjudicado. Y para el poder, el miedo es el temor a perder el poder, sobre todo perder la capacidad de abusar del mismo.
Es un libro de Albert Jay Nock que habla de cómo el Estado se apropia del poder ciudadano sin que éste se de cuenta de ello. El autor dice que detrás de todos los asuntos públicos que se viven en una sociedad, sean los que sean, allí hay un solo tema central, la redistribución del poder. Siempre es el reparto del poder entre la ciudadanía y el Estado.
Este diario –fundado en 1967– fue clausurado arbitrariamente por la dictadura de Stroessner entre 1984 y 1989, su director –a cuya vivienda fue arrojada una bomba mal explotada– fue encarcelado dos veces, sus principales periodistas fueron enviados a prisión y otros desterrados. Su circulación fue retenida, durante meses, todos los días hasta que los lectores perdieran interés en adquirirlo por la avanzada hora en que liberaban a los vehículos repartidores.
Paraguay era uno de los amigos más confiables de Estados Unidos durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954/89) hasta que el gobierno de John F. Kennedy presionó a través de la Alianza para el Progreso a favor de una apertura política de todos los países dictatoriales, como el nuestro. Esto fue frenado por la siguiente administración de Lyndon Johnson que se sintió gratificado por el apoyo efectivo de Paraguay a la intervención estadounidense en República Dominicana.
Luís Alberto Riart, “Beto”, intentó hacer bien las cosas como ministro de Educación y Cultura (MEC) durante el gobierno de Fernando Lugo, y lo consiguió, pero solo parcialmente. En cambio, sí logró demostrar plenamente -sin intentarlo- que la justicia ordinaria (“la más ordinaria de todas”, al decir de González Delvalle) es un perfecto instrumento de persecución al enemigo político.
