La maniobra es tan antigua como fraudulenta. Ante cada elección regional, y con la seguridad de una holgada victoria en una localidad, el grupo político protagonista de la maniobra concreta el traslado de una cantidad determinada de electores a otra zona en la que la puja electoral está más reñida.
Pocos hechos unifican tanto a la sociedad como los crímenes que tienen como víctimas a niños. La condena es inmediata y unánime, y el intento de encontrar a los responsables se acelera bajo la presión de la opinión pública. Las reacciones incluso van más allá, con propuestas como la cadena perpetua o la pena capital para los autores. Sanciones máximas y extremas que se plantean para un sistema de justicia que en contrapartida también incuba muchas veces a cómplices de estos crímenes por omisiones que son producto del desinterés o la incapacidad.