Exigen foto de los dólares que estaban en un sobre en Mburuvicha Róga. Ya anunciaron que si aparece la foto, pedirán después la pericia. Y si la pericia confirmara que la foto es auténtica, es posible que califiquen la pericia, el celular, o ambos, manipulados.
Si el reproche ciudadano es que Santiago preside pero Horacio manda, sus defensores lo redujeron esta semana a un pelele incapaz de controlar su propia casa. Acusaron a la cocinera Luz Candado de montar un clan en Mburuvicha Róga con privilegios pagados por los impuestos. Si eso fue así, Peña lo firmó. La conclusión es brutal: hasta la doméstica manda más que el presidente. Exigir explicaciones a una cocinera y blindar al presidente es una miserabilidad, y las denuncias son graves para esquivarlas:
Cuando vimos que estaban instalando molinetes enteros para entrar al estadio, solo vimos el peligro de una avalancha, pero el máximo responsable policial de todo el operativo nada sabía, ergo, no fue consensuado. Después nos enteramos de los otros detalles: un scanner digital en cada molinete, y al lado, el nombre de la empresa de los ex socios comerciales de Santiago Peña, los ITTI del grupo Vázquez.
En la Municipalidad de Asunción no todo está perdido ni saqueado, aún podemos tocar más fondo. El único que se ha ido (hasta el momento así parece) es el intendente al que se sindica como supuesta única pieza responsable del desmanejo. Se expulsó a Nenecho, como si al escupirlo fuera de la aeronave finalizara el reparto del dinero público.
Seguramente hubo momentos de mayor miserabilidad en el Congreso, claro que sí. Pero esta semana, fue una eternidad de ruindad y vileza el descargo de la senadora Lourdes Noelia Cabrera Peters para justificar por qué sus “maravillosos” sobrinos no acuden al Congreso a trabajar como cualquier otro funcionario público.
Señor Presidente: Nunca me costó tanto moderar las palabras como en este domingo. La voz de Aldo Zuccolillo resonó en cada párrafo: “no escribir con rabia”. Según él, las palabras rabiosas hablan más de quien las escribe que de quien las recibe. Pero con usted, practicar esto, después de escucharlo hablar esta semana sobre las jubilaciones de la gente y las jubilaciones de los privilegiados, es difícil. Dolorosamente imposible.