Qué mejor forma para aprovechar el hermoso domingo pasado, que ir con la familia de paseo a Areguá. Sobraban las ganas de caminar mirando tantas casonas antiguas del casco histórico, almorzar en un lugar lindo, deleitarse con algún postre a base de frutillas y desde luego, comprar también un par de kilos de la estrella de la temporada en cualquier puesto al costado del camino. Una actividad que ya es un clásico en sí.
En lo que va del año, una organización que promueve la conciencia hacia la disposición de la basura, realizó varias mingas ambientales en arroyos de Asunción. El esfuerzo se centró en colectar botellas plásticas, latas, bolsas y otros residuos que los convierten en vertederos a cielo abierto.
Los medios venían advirtiendo desde hacía meses. No un par de veces, sino en forma sistemática, las denuncias por coimas, manejos poco claros y favores indebidos que rodeaban a la administración del ahora ex titular del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE).
Si buscamos sus orígenes profundos, posiblemente nos encontremos con celebraciones populares traídas por los españoles en tiempos de la colonia. En Paraguay, fueron adoptadas rápidamente por el pueblo, agregándoles el aderezo de la picardía guaraní, el infaltable fuego y la costumbre de “hallarnos”, que no necesita de excusas. Se celebra el 24 de junio en honor a San Juan Bautista, y marca más que un santoral: es una reafirmación de nuestras raíces, una fiesta cultural que huele a mbeju y suena a bandita.
Esto ya no puede seguir así. Caminando cuadra y media por el centro para llegar a un conocido bar, el muchacho adicto se acercó a pedir “una ayuda”. Ante la negativa amable se envalentonó y subió el tono, por lo que tuve que reaccionar de la misma forma. Al final, el joven se retiró maldiciendo y a mí me quedó un malestar por el resto de ese día.
En las últimas semanas, la Contraloría General de la República ha puesto el foco sobre los dos principales municipios del país: Asunción, gobernada por Óscar “Nenecho” Rodríguez, y Ciudad del Este, a cargo de Miguel Prieto. El primero, oficialista; el segundo, opositor. Ambos bajo la lupa auditora. Uno con una administración más que evidentemente colapsada; otro, con mejor imagen de gestión. ¿Qué se busca? ¿Transparencia o una herramienta más de presión política?
Un par de semanas atrás, el simple pedido de una pizza terminó en un dilema familiar, donde todos opinaron y tenían razón con sus argumentos en mayor o menor medida. No tuvieron que ver el precio, ni los ingredientes, ni siquiera el tiempo de espera. Nobleza obliga, llegó “on time”, pero el tema es cómo… El muchacho del delivery no usaba casco y su moto estaba a simple vista en muy malas condiciones. Al reclamar estas cosas, no prestó demasiada atención ni interés, así que opté por rechazar el pedido, lo que tampoco pareció importarle demasiado.
La agradable y prolongada sobremesa del domingo se entristeció de pronto ante la noticia del fallecimiento de don Guillermo Caballero Vargas. La voz señorial se había apagado, duro de asimilar para muchos de nosotros en quienes el Encuentro Nacional encendió la creencia de que Paraguay podía ser un país mejor. También nos enseñó que la ilusión democrática trae grandes decepciones.
Igual que la escarapela tricolor que lucimos en el pecho los últimos días, Asunción, nuestra querida Madre de ciudades, a veces un poco olvidada, brilló -y mucho- durante las fiestas patrias. El centro capitalino lució como en sus mejores tiempos: banderas paraguayas ondeando, guirnaldas rojas, blancas y azules cruzando las calles, y fachadas iluminadas con luces tricolores. La Plaza de la Democracia y la calle Palma convertidos en una suerte de corredor patriótico, donde cada paso nos trasladaba a nuestra historia e identidad nacional. Por unos días, Asunción volvió a enamorar.