Durante las últimas dos semanas, nos hemos estado desayunando con un montón de noticias relacionadas a trenes de diverso calibre que operarían en nuestro país dentro de cierto tiempo. Lo cual es una noticia más que sorprendente: a décadas de no contar con nada parecido, de golpe y porrazo tenemos por un lado el tratamiento sobre tablas del proyecto del tren de cercanías, cuya ley marco se busca aprobar a tambor batiente en el Congreso. Apenas acusada esta noticia, nos vienen por otro lado con el anuncio de un “tren liviano” para la Costanera de Asunción, anunciado desde la Municipalidad de la Capital.
Llegan las fiestas de Fin de Año, y de la mano con estas celebraciones vamos a ser bombardeados con publicidad de todo tipo. A través de la televisión, redes sociales y carteles lumínicos ubicados estratégicamente en los principales semáforos, además de publicidad radial y, desde luego, anuncios llamativos que encontramos en todas partes, nos van a atragantar con ofertas variadas y súper atractivas.
¡Qué gusto cuando las cosas salen bien! Es como que todo se hace más fácil, hay una onda positiva que se siente en la gente y en la calle, los problemas son menos complicados y hasta parecerían asomar nuevas oportunidades, casi impensables poco tiempo atrás.
Más allá de que sean de partidos o movimientos con los que tenemos o no afinidad, como también al margen de que por diferentes razones nos caigan mejor o peor, la gestión de la Cámara de Diputados es lamentable, y en esto coincidimos todos. Lo que no es poco decir en un país con enormes cismas, de orígenes tanto remotos como de data no tan larga.
Los porcentajes son una herramienta bastante práctica para graficar en la mente de la gente cierta información, porque básicamente cualquier persona puede entender que el 50% de algo es igual a la mitad de una pizza grande. Así de sencillo. Y a partir de esta lógica se usan mucho en comunicación, quizás hasta demasiado, sobre todo cuando no se sustentan en bases sólidas y verificables.
¿A quién no le pasó? Que una vez terminada la reunión de amigos regada con abundante cerveza y en donde se festejaron con carcajadas los interminables casos e historias, a la hora de pagar el mozo tenía que esperar pacientemente mientras se hacía la vaquita. Desde luego, nunca faltan el que se levanta para atender una llamada urgente y otro que justo ese día se olvidó de la billetera. Como sea, en algún momento alguien se puso de pie, y mientras llevaba la mano al bolsillo trasero preguntó ¿cuánto falta?
En todo el mundo, la maniobra en el tránsito llamada giro en “U” que permite retomar el flujo vehicular, pero en sentido contrario, está perfectamente reglamentada. Es de tan sencilla aplicación, que la norma tiene por patrón una expresión similar a -palabras más palabras menos- “el giro está permitido solamente en los lugares debidamente señalizados”.
Lejos de moderarse, la injerencia de los políticos en todos los órdenes sigue creciendo de manera desmedida. Al margen de cualquier delicadeza, esto ocurre de manera evidente y para nada silenciosa. Los entes públicos parecerían estar reducidos a herramientas al servicio de intereses partidarios. En contraposición a una administración al servicio de la ciudadanía, podemos encontrar en ellos pequeños feudos del poder central. ¿En qué momento permitimos que politizaran las instituciones públicas, colocando a sus aliados en cargos claves, no por méritos, sino por supuesta lealtad? El ciudadano común debe sufrir esta burocracia que responde más a colores políticos que a la eficiencia. Un verdadero cáncer que deteriora el sistema hasta el tuétano.
¡De no creerse! Desde dos semanas atrás, los vecinos del barrio capitalino Virgen del Huerto, como también los usuarios de la avenida Venezuela, somos testigos a la par de víctimas de la mala gestión de la ANDE. Es que un tramo de la mencionada arteria fue cerrado por obras de la estatal, las cuales tendrán una duración de aproximadamente 1 mes.