
Si graficamos la tasa paraguaya de aprovechamiento de la energía de la central hidroeléctrica paraguayo-argentina de Yacyretá, el título adecuado sería “el gráfico de las oscilaciones” o, mejor aún, “el gráfico del derroche paraguayo de la energía de Yacyretá”.


“Itaipú remesó casi US$ 1.100 millones al Estado paraguayo en los últimos dos años por Anexo C”, publicaban las oficinas locales de Itaipú el miércoles 10 de este mes, información con la que modificaba su estilo de comunicar a la población la información concerniente a los beneficios que recibe el país, en dólares, mensualmente, de y a través de Itaipú.

Medio siglo después de la firma y puesta en vigencia del Tratado de Itaipú (26 de abril y 13 de agosto de 1973), pareciera que la indiferencia, la subestimación y el oportunismo cortoplacista de nuestros gobiernos de turno van difuminando los históricos reclamos paraguayos al Brasil en Itaipú.




El viernes 1 del presente mes, la central hidroeléctrica Itaipú “conquistó el título de Guinness World Records en la categoría mayor producción acumulada de energía hidroeléctrica, luego de superar los 3.038 millones de MWh de energía generada desde el inicio de su operación en mayo de 1984″, publicaba ese día la oficina de comunicación de la entidad binacional.


La cercanía de la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú -al menos de los plazos formales -, una vez más subordina la verdad sobre ciertos perfiles del coloso Itaipú. En esa escalada de publicaciones acerca de las tratativas, la intensidad de las mismas y la potencia de los mensajes disparados dependen de la armonía o su ausencia en las negociaciones.