El mercado de pagos en la región está experimentando un rápido crecimiento, impulsado por la digitalización de los servicios financieros, un mayor grado de inclusión financiera y un aumento en el acceso a internet.
“La tendencia clara en los pagos es que cada vez se están digitalizando más. La batalla contra el efectivo se está dando en todos los mercados y es una tendencia que no se va a frenar, con cada vez más opciones”, observa Witis en una entrevista con EFE en Buenos Aires.
El auge en América Latina de alternativas de pago que abarcan desde tarjetas hasta transferencias instantáneas y criptomonedas es lo que ha hecho que Pomelo, una ‘fintech’ fundada hace sólo tres años, haya captado 103 millones de dólares mediante diversas rondas de inversión, superando desafíos regionales para atraer capital de riesgo, lo cual ha facilitado su expansión en países como Argentina, Brasil, México, Colombia y Perú.
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En enero pasado, Pomelo cerró su última ronda de financiación serie B, encabezada por Kaszek, uno de los principales fondos de capital de riesgo en Latinoamérica, con una inversión de 40 millones de dólares. Este capital ha sido clave para su reciente entrada en el mercado chileno.
La digitalización de pagos mediante tarjetas
De acuerdo con la consultora PCMI, el 48 % de las transacciones en el comercio electrónico en Latinoamérica se efectúan mediante tarjetas de crédito. En contraste, el uso de efectivo en transacciones físicas ha disminuido al 31 %, siendo gradualmente reemplazado por pagos con tarjetas, monederos electrónicos y otros métodos digitales.
Un estudio reciente de Mastercard también destaca que el 77% de los consumidores en Latinoamérica han hecho pagos electrónicos, con las tarjetas de crédito y débito como los medios más prevalentes tanto en compras en línea como en tiendas físicas.
Pomelo, cuyo volumen de transacciones operadas se multiplicó por siete en 2023, alcanzando 55 millones al día, ofrece a las empresas infraestructura tecnológica de emisión, procesamiento y gestión de pagos con tarjetas de crédito, débito y prepago, con una plataforma que permite hacerlo de forma integrada y con licencia en los seis principales mercados de la región y en menos tiempo.
En su cartera de más de un centenar de clientes hay desde bancos tradicionales en proceso de transformación digital, empresas ‘fintech’ de préstamos, inversiones o de criptomonedas que ofrecen tarjetas a sus usuarios, hasta compañías de otras industrias -como consumo masivo, sector agropecuario o gasolineras- que quieren añadir las tarjetas a su propuesta de valor.