Plantas extremófilas: cómo sobreviven en los ambientes más hostiles del planeta

Las plantas extremófilas son una fascinante manifestación de la adaptabilidad de la vida en la Tierra. Estos vegetales han evolucionado para no solo sobrevivir, sino también prosperar en condiciones ambientales extremas, donde la mayoría de las formas de vida son incapaces de persistir. ¿Cómo lo hacen?

Plantas extremófilas: Saxifraga oppositifolia, crece en el Ártico y florece a temperaturas bajo cero, con muy poca luz solar.
Plantas extremófilas: Saxifraga oppositifolia, crece en el Ártico y florece a temperaturas bajo cero, con muy poca luz solar.Shutterstock

Comprender cómo las plantas extremófilas logran mantenerse vivas en tales entornos ofrece valiosa información sobre la flexibilidad y resistencia de la vida, así como sobre las posibilidades de encontrar vida en otros planetas.

¿Qué son las plantas extremófilas?

El término “extremófilo” proviene del latín “extremus” (extremo) y “philos” (amante). Tradicionalmente asociado con bacterias y arqueas, este término también se aplica a ciertos tipos de plantas.

Plantas extremófilas: Salicornia europaea (esparrago de mar), crece en marismas salinas y puede absorber agua salada.
Plantas extremófilas: Salicornia europaea (esparrago de mar), crece en marismas salinas y puede absorber agua salada.

Las plantas extremófilas son aquellas especies capaces de sobrevivir en los ambientes más duros del planeta, como desiertos abrasadores, suelos salinos, altitudes elevadas, regiones árticas y suelos ricos en metales pesados.

Tipos de estrés ambiental

Las extremófilas enfrentan múltiples tipos de estrés ambiental, entre los que se incluyen:

Estrés por sequía: plantas que crecen en desiertos, como las cactáceas, han desarrollado adaptaciones como almacenar agua en sus tejidos y reducir la transpiración mediante modificaciones en hojas y tallos.

Salinidad: algunas especies, como los manglares y las halófitas, prosperan en ambientes salinos. Estas plantas poseen mecanismos únicos para regular la entrada y salida de sal a través de sus sistemas radiculares y foliares.

Plantas extremófilas: vegetación halofítica, Mar Adriático, Croacia.
Plantas extremófilas: vegetación halofítica, Mar Adriático, Croacia.

Temperaturas extremas: en regiones como el Ártico o desiertos gélidos, ciertas plantas han evolucionado para resistir temperaturas bajo cero y condiciones de congelamiento, logrando fotosintetizar incluso a temperaturas sub-óptimas.

Altitudes elevadas: en las alturas de los Andes o el Himalaya, donde la atmósfera es delgada y la radiación UV intensa, las plantas han desarrollado cutículas protectoras y pigmentos adicionales que actúan como protectores solares.

Adaptaciones fisiológicas y morfológicas

Plantas extremófilas: Arabidopsis halleri, tolera altas concentraciones de metales pesados como zinc y cadmio.
Plantas extremófilas: Arabidopsis halleri, tolera altas concentraciones de metales pesados como zinc y cadmio.

Las adaptaciones que permiten a estas plantas sobrevivir en condiciones extremas son variadas. Una de ellas es la morfología adaptativa, es decir, las hojas reducidas o transformadas en espinas, cutículas gruesas y estomas hundidos son comunes en plantas de ambientes áridos.

Plantas extremófilas: Welwitschia mirabilis (Namibia), solo tiene dos hojas, puede vivir más de 1.000 años y sobrevive con niebla del desierto.
Plantas extremófilas: Welwitschia mirabilis (Namibia), solo tiene dos hojas, puede vivir más de 1.000 años y sobrevive con niebla del desierto.

También el Metabolismo Crasuláceo del Ácido (CAM): utilizado por plantas en climas secos. Este metabolismo permite la apertura de estomas durante la noche para minimizar la pérdida de agua.

Otra adaptación se da a través de los antioxidantes naturales. Las plantas extremófilas producen compuestos que protegen contra la radiación y los daños oxidativos.

Y por último, la flexibilidad genética: muchas de estas plantas muestran una alta variabilidad genética, lo que les permite adaptarse rápidamente a los cambios ambientales.

Importancia de las plantas extremófilas

Estudiar las plantas extremófilas no solo promueve un mejor entendimiento de la biodiversidad de nuestro planeta, sino que también ofrece aplicaciones prácticas.

Plantas extremófilas: Zygophyllum dumosum, del desierto del Néguev, reduce su actividad metabólica en épocas de sequía severa.
Plantas extremófilas: Zygophyllum dumosum, del desierto del Néguev, reduce su actividad metabólica en épocas de sequía severa.

Por ejemplo, investigar los mecanismos de tolerancia a la sequía o salinidad puede inspirar el desarrollo de cultivos resistentes al cambio climático, contribuyendo a la seguridad alimentaria global.

Además, las plantas extremófilas pueden ser indicativas de la posibilidad de formas de vida en ambientes hostiles fuera de la Tierra, proporcionando pistas para la búsqueda de vida en otros planetas del sistema solar donde las condiciones son extremas.

Plantas extremófilas: Silene acaulis (almohadilla del Ártico), crece en zonas alpinas y volcánicas, donde la temperatura del suelo puede ser muy elevada durante el día.
Plantas extremófilas: Silene acaulis (almohadilla del Ártico), crece en zonas alpinas y volcánicas, donde la temperatura del suelo puede ser muy elevada durante el día.

Las plantas extremófilas son evidencias vivientes de la resistencia y adaptabilidad de la vida. Al estudiar estas extraordinarias especies, no solo ampliamos nuestro conocimiento sobre la evolución y adaptación, sino que también podemos descubrir nuevas oportunidades para enfrentar desafíos globales relacionados con el cambio climático, la alimentación y la exploración espacial.

 

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