Galápagos: aislamiento y paisajes extremos
Las Galápagos están tan alejadas del continente que pocas especies logran llegar hasta allí.

Esa desconexión con otras poblaciones facilita que los organismos evolucionen por su cuenta, como ocurrió con los famosos pinzones que inspiraron a Darwin.
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Además, en un espacio relativamente pequeño, las islas ofrecen desiertos volcánicos, selvas húmedas, manglares y playas.

Esta variedad de microclimas permite que las especies se adapten a entornos muy distintos, lo que impulsa la aparición de nuevas formas de vida.
Un origen volcánico que desafía a los colonos
Cada isla surgió de una erupción. Esto significa que no había vida al principio: todo ser vivo tuvo que llegar, sobrevivir y adaptarse a un entorno hostil.

Ese proceso selectivo da lugar a animales y plantas únicos, moldeados por la geografía extrema.
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Corrientes que alimentan la diversidad marina y baja presencia humana por siglos
Las aguas de las Galápagos son un cruce de corrientes frías y cálidas, como la de Humboldt o El Niño.

Este fenómeno nutre el océano con plancton y peces, y sostiene ecosistemas marinos ricos donde coexisten tiburones martillo, iguanas marinas y leones marinos.


Hasta el siglo XIX, la intervención humana fue mínima. Esto permitió que las especies autóctonas evolucionaran sin interferencia.
A diferencia de otros lugares, no hubo agricultura intensiva ni introducción masiva de especies invasoras durante mucho tiempo.
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Protección ambiental ejemplar
Hoy, el archipiélago es Patrimonio Natural de la Humanidad y Parque Nacional. Existen normas estrictas para limitar el turismo y proteger la fauna. Esta gestión ha sido clave para preservar un ecosistema frágil que aún enfrenta amenazas como el cambio climático.
Dato curioso: el nombre “Galápagos” proviene del término español antiguo “galápago”, que significa “silla de montar”. Cuando los primeros exploradores españoles llegaron al archipiélago en el siglo XVI, se sorprendieron al ver tortugas gigantes cuyas caparazones, por su forma elevada, les recordaban precisamente a las sillas de montar utilizadas en la época.
Así, comenzaron a llamar a estos animales galápagos, y con el tiempo, ese nombre se extendió a todo el archipiélago.