Erosión en Surinam: el mar avanza sobre Paramaribo sin freno

Paramaribo, la capital de Surinam, lucha contrarreloj contra la erosión costera causada por el aumento del nivel del mar. Más del 60 % de su población vive en zonas vulnerables, mientras comunidades, autoridades y el ecosistema enfrentan un futuro incierto.

Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.010005+0000 JUAN BARRETO

El terreno de Gandat Sheinderpesad se achica cada día más por la erosión costera que se expande en Paramaribo, la capital de Surinam, afectado por un acelerado aumento del mar ocasionado por el cambio climático.

“Cada día que pasa veo desaparecer un pedazo de tierra”, lamenta este agricultor de 56 años al describir la situación en la pequeña excolonia neerlandesa, donde el 68% de la población vive en zonas expuestas al aumento del nivel del mar, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

“La erosión ha sido un problema en Surinam durante muchos años”, explica a la AFP el ministro de Obras Públicas, Riad Nurmohamed, al señalar en un mapa dispuesto frente a su escritorio los diques construidos en los 380 kilómetros de costa del país sudamericano con 600.000 habitantes.

Costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

En Paramaribo, donde las aguas marrones del río Surinam se mezclan con las azules del Atlántico, aún aparece la isla de Braamspunt, “una franja de tierra que, debido a la erosión, ahora parece una isla”, según Marleen Stoffelen, responsable de comunicaciones de la organización World Wide Fund for Nature (WWF) para las Guyanas (Guyana, Surinam y Guayana francesa).

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Aquí es donde las tortugas marinas vienen a desovar, no se sabe por cuanto tiempo más.

La isla se encoge inexorablemente ante la mirada de Kiran Soekhoe Balrampersad, guía turística.

Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

“Quizás el año que viene, una temporada más”, podrá ganarse la vida llevando turistas a ver tortugas laúd (Dermochelys coriacea) y tortugas verdes (Chelonia mydas) poniendo huevos por la noche, “pero después de eso, no más playas”, suspira.

“No hay a dónde ir”

En Surinam, “la erosión se aceleró tan rápidamente que en 2020 hubo que dar la alarma”, explica el ministro Nurmohamed.

Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

“Algunas zonas no son problemáticas porque hay 5, 10 o incluso 20 kilómetros de manglares que actúan como barrera. Pero cerca de Paramaribo, solo hay un kilómetro, por lo que es una zona muy sensible”, señala.

Hace cinco años se inició un programa de plantación de manglares, pero no ha funcionado en todas partes. “En los últimos dos o tres años, el agua ha penetrado con fuerza en los manglares, que han sido destruidos”, declaró el ministro.

En 2024, “se requería una acción urgente (...) y se inició la rápida construcción de un dique para evitar una mayor penetración del agua. De lo contrario, llegaría muy rápidamente a la zona de Paramaribo”.

Embarcaciones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Embarcaciones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

Sienwnath Naqal, investigador de la Universidad Anton de Kom especializado en cambio climático y gestión del agua, está detrás de los proyectos de replantación de manglares.

“Aquí se han quitado muchos manglares” para cultivos agrícolas y desde entonces “se ha perdido la zona de amortiguamiento”, apunta. Se suma el dragado de arena a la entrada del estuario de Paramaribo para asegurar la llegada de barcos al puerto.

Cientos de árboles jóvenes plantados al borde de una carretera cercana a Paramaribo tienen sus raíces expuestas. Las olas, incrementadas por el cambio climático, han venido arrastrando el sustrato que los sostiene.

Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Espigones en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

Entre los lugares que reflejan el fracaso del experimento de Naqal está uno donde el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, vino a meter los pies en el barro en agosto de 2022 para introducir plántulas de manglares.

El terreno, sumergido por el océano, pertenece a Gandat Sheinderpesad, quien afirma que “ya no tiene trabajo” porque ha “perdido el 95% de sus tierras”. Su casa está ahora a solo unas decenas de metros de la nueva orilla.

Un cartel que dice "I love mangrove" se observa en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Un cartel que dice "I love mangrove" se observa en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

Construir un dique es su última esperanza. “No tengo adónde ir. Cuando el dique esté construido, estaré un poco más seguro. Por cuánto tiempo, no lo sé”, se pregunta.

“Inversión colosal”

A su lado, Sienwnath Naqal dice que lo siente: “Hice todo lo posible con soluciones basadas en la naturaleza”, que han funcionado muy bien en otros lugares, “pero la cuestión hoy es cómo defender Paramaribo”.

Sin embargo, el experto está convencido de que los esfuerzos realizados en Surinam “serán útiles para otros en todo el mundo”.

Los 4,5 kilómetros de dique necesarios, con un costo de 11 millones de dólares, serán financiados por el Estado.

Casa en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.
Casa en la costa del complejo Weg naar Zee, en Paramaribo, el 23 de mayo de 2025.

“Porque es urgente, es con fondos propios. Si se recurre a donantes, tardará años en empezar la construcción. No tenemos tiempo para esperar; nos inundaremos”, dijo el ministro Nurmohamed.

Pero el pequeño y pobre país, que espera generar ingresos con la explotación petrolera offshore a partir de 2028, sabe que tendrá que aumentar sus planes de protección.

“No sé de dónde sacaremos los fondos para modernizar todos los diques, es una cantidad enorme, una inversión colosal, y es un problema que tenemos que abordar ya”, advierte Nurmohamed.

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