Tekotopa, de Itaipú, es mucho más que un zoológico; es un complejo integral diseñado para la ciencia y la educación. Dentro de sus instalaciones especializadas, alberga áreas clave para la investigación y el desarrollo de soluciones sostenibles.
Tiene un vivero forestal y uno medicinal con su propio laboratorio, además el Centro de Investigación de Animales Silvestres (Ciasi), enfocado en el estudio y protección de especies nativas, un laboratorio de museo, el Centro Internacional de Hidroinformática (CIH) y una estación de acuicultura, reunidos en el complejo.

Este conjunto de instalaciones permite a Tekotopa atraer tanto al público general, con experiencias educativas sobre la cultura, la energía y la biodiversidad, como a profesionales y científicos dedicados a la conservación.
Una misión en común
Detrás de la imponente presencia de los dos yaguaretés del centro hay historias muy diferentes que los llevaron a convertirse en símbolos de la conservación. El Dr. Santiago Molina, veterinario encargado del Ciasi, cuenta que Bota es un yaguareté macho de trece años que nació en cautiverio en el zoológico Juan XXIII de Encarnación. Fue trasladado a Itaipú cuando todavía era un cachorro para recibir los cuidados necesarios.
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Luna, en cambio, es una hembra de siete años que nació en vida silvestre. Su historia es un reflejo de una triste realidad, fue víctima probable de tráfico ilegal y decomisada por el Ministerio del Ambiente (Mades). Debido al largo tiempo que pasó en cautiverio, ya no podía ser liberada de forma segura en su hábitat natural, por lo que el Mades la entregó a Itaipú para su resguardo.
Molina remarca que hoy, Bota y Luna cumplen un rol fundamental como “embajadores de su especie”. Su presencia tiene como objetivo que el público, especialmente los niños, conozca a este magnífico felino nativo de Paraguay. A través de ellos, el centro busca despertar el interés y la emoción por la naturaleza, inspirando a futuras generaciones a convertirse en biólogos, veterinarios o ingenieros ambientales, sumando así más personas al esfuerzo de conservar al yaguareté y toda la biodiversidad paraguaya.

Una vida de cuidados y estímulos
El veterinario del Ciasi describe la vida de ambos animales dentro del Centro Ambiental y sostiene que ella está cuidadosamente planificada para garantizar su bienestar físico y mental, respetando siempre su comportamiento natural. Un detalle resaltante es que ambos yaguaretés viven separados.
A diferencia de lo que muchos podrían pensar, los yaguaretés son animales solitarios por naturaleza y solo se juntan en la época reproductiva. Mantenerlos en recintos separados respeta su biología y no afecta negativamente su bienestar, enfatiza Molina.

Respecto a su alimentación, su dieta es estrictamente carnívora y muy completa, incluyendo músculo, vísceras, huesos y cartílagos, similar a lo que consumirían en la naturaleza. Comen alrededor de tres kilos de alimento una vez al día.
El Dr. Molina puntualiza que para mantenerlos activos y estimulados, el equipo de cuidadores implementa un programa diario con actividades variadas. Esto incluye estímulos sensoriales con olores como manzanilla, clavos de olor o café; desafíos físicos, como esconder su comida en lugares de difícil acceso; y la introducción de nuevos elementos en sus recintos, como hojarasca o cáscaras de pino.

Bota y Luna tienen ahora un hábitat simulado, es decir, un lugar lo más asemejado a lo que encontrarían en la vida salvaje. Aunque sus recintos superan los 200 metros cuadrados, el centro enfatiza que más importante que el tamaño del terreno en el que están son los estímulos.
Por ello, sus espacios cuentan con diferentes tipos de suelo (pasto, tierra, piedras), desniveles y vegetación variada para emular la diversidad de un hábitat natural y hacerlo más interesante para ellos.

En cuanto a los cuidados veterinarios, específicamente, todos los días los cuidadores entrenan a los yaguaretés para que ingresen a un recinto de contención a cambio de una recompensa, permitiendo la limpieza sin contacto humano directo, que está prohibido por seguridad. Cada dos años se les realiza un chequeo médico completo bajo sedación, y mensualmente se les pesa. Además, son entrenados para cooperar en procedimientos como la toma de presión o muestras de sangre de la cola, evitando la necesidad de sedarlos constantemente.
Por otra parte, el Centro de Investigación de Animales Silvestres (Ciasi) dentro de Tekotopa se dedica al estudio y protección de diversas especies nativas, como tapires, ñandúes, guacamayos, tucanes, serpientes y carpinchos, entre otros, que acompañarán la gestión de los embajadores Bota y Luna.
@marta_escurra