Día Mundial del Alzhéimer: desmitificando creencias erróneas que retrasan diagnósticos críticos

Cada 21 de septiembre, el Día Mundial del Alzhéimer invita a examinar la complejidad de esta enfermedad, desafiando mitos arraigados que obstaculizan la comprensión y el acceso a un diagnóstico temprano, crucial para mejorar la calidad de vida de millones.

Concepto de enfermedad de alzhéimer.
Concepto de enfermedad de alzhéimer.Shutterstock

Cada 21 de septiembre, el Día Mundial del Alzhéimer pone el foco en la forma más común de demencia. Aun así, la conversación pública sigue cargada de ideas equivocadas que confunden, estigmatizan y retrasan el diagnóstico.

Aquí desmentimos, con evidencia, algunos de los mitos más persistentes.

“El alzhéimer es lo mismo que el envejecimiento normal”

Envejecer puede implicar olvidos ocasionales, pero el alzhéimer provoca un deterioro progresivo que interfiere con la vida diaria: afecta memoria, lenguaje, orientación, juicio y conducta. No es un paso “normal” de la edad, aunque esta sea el principal factor de riesgo.

Concepto de enfermedad de alzhéimer.
Concepto de enfermedad de alzhéimer.

Fuentes: La Organización Mundial de la Salud (OMS) y Alzheimer’s Disease International estiman que más de 55 millones de personas viven con demencia, y entre el 60% y 70% de los casos se deben al alzhéimer.

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“Solo afecta a personas muy mayores”

La edad avanzada aumenta el riesgo, pero existe el alzhéimer de inicio temprano (antes de los 65 años). Es menos frecuente, pero real, y el retraso en el diagnóstico es habitual porque se confunde con estrés o depresión.

“Es siempre hereditario”

La genética influye, pero para la gran mayoría de las personas no hay una mutación “determinista”. El gen APOE-e4 eleva el riesgo, no el destino.

Concepto de enfermedad de alzhéimer.
Concepto de enfermedad de alzhéimer.

Las formas hereditarias por mutaciones en APP, PSEN1 o PSEN2 son raras y suelen provocar un inicio temprano. En términos prácticos, tener un familiar afectado incrementa la probabilidad, pero no garantiza la enfermedad.

“No se puede diagnosticar en vida con precisión”

La confirmación absoluta sigue siendo anatomopatológica, pero hoy existen evaluaciones clínicas y neuropsicológicas, neuroimagen (RM, PET) y biomarcadores en líquido cefalorraquídeo—e incluso pruebas sanguíneas emergentes—que ofrecen alta precisión diagnóstica.

Un diagnóstico temprano permite planificar, tratar síntomas y abordar factores de riesgo.

“No hay nada que hacer: es una sentencia”

No existe cura, pero sí tratamientos que alivian síntomas y, en algunos países, fármacos modificadores de la enfermedad dirigidos a la vía amiloide han recibido autorizaciones regulatorias recientes.

Además, intervenciones no farmacológicas—estimulación cognitiva, actividad física, apoyo psicosocial—mejoran calidad de vida.

La detección y el manejo de problemas como la depresión, el dolor o los trastornos del sueño también marcan la diferencia.

La disponibilidad de terapias varía según el país y la evaluación de costo-efectividad.

“El alzhéimer es solo pérdida de memoria”

La memoria suele ser la primera afectada, pero no la única. Cambios en el lenguaje, la atención, las funciones ejecutivas, la orientación espacial y el comportamiento son parte del cuadro. Reconocer estos signos ayuda a consultar antes.

“Lo causan el aluminio, las vacunas o el aspartamo”

La evidencia científica no respalda estas afirmaciones. Estudios poblacionales y revisiones sistemáticas no han demostrado que el uso de utensilios de aluminio, la vacunación o edulcorantes como el aspartamo causen alzhéimer.

Difundir estos mitos distrae de los verdaderos factores de riesgo y desalienta medidas efectivas.

“Los suplementos milagrosos lo previenen o curan”

No hay pruebas sólidas de que aceite de coco, ginkgo, curcumina u otros suplementos prevengan o reviertan el alzhéimer.

Antes de tomar productos que prometen “proteger el cerebro”, conviene consultar con un profesional: pueden tener interacciones o efectos adversos y, sobre todo, crear falsas expectativas.

“Nada de lo que haga cambiará mi riesgo”

La edad y la genética no se modifican, pero parte del riesgo sí.

La Comisión Lancet ha identificado factores potencialmente modificables: educación, audición, hipertensión, tabaquismo, obesidad, inactividad física, diabetes, depresión, aislamiento social, consumo excesivo de alcohol y contaminación del aire. Abordarlos a lo largo de la vida puede reducir el riesgo poblacional de demencia.

“Las personas con alzhéimer ya no sienten ni pueden aprender”

Aunque el aprendizaje explícito se afecta, persiste la capacidad de aprender por repetición y, sobre todo, de sentir.

La música, el contacto social, la rutina y los entornos accesibles mejoran el bienestar. Tratar a las personas como sujetos activos—no pasivos—es clave para su dignidad y su salud.

“La agresividad es inevitable”

Los cambios conductuales pueden aparecer por dolor, confusión, ansiedad, ambientes sobreestimulantes o infecciones.

No son una “esencia” del alzhéimer. Una evaluación clínica cuidadosa y ajustes en el entorno suelen reducirlos sin recurrir de entrada a fármacos.

Claves prácticas para actuar hoy:

  • Consultá ante cambios cognitivos o conductuales persistentes: cuanto antes, mejor.
  • Mantené controlados audición, presión arterial, diabetes y sueño.
  • Movete a diario, cuidá la alimentación y el vínculo social.
  • Planificá en familia: cuidados, apoyos legales y preferencias de la persona.
  • Exigí información basada en evidencia; desconfiá de curas rápidas.

Separar los hechos de los mitos es un primer paso para afrontarlo con rigor y humanidad.

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