La importancia de vacunarse contra la hepatitis B

La hepatitis B, una amenaza silenciosa que afecta a millones, puede prevenirse eficazmente con la vacunación neonatal. Con más del 95% de efectividad, frenar esta infección no solo salva vidas, sino que transforma el futuro de las generaciones venideras.

Concepto de salud del hígado.
Concepto de salud del hígado.Shutterstock

La hepatitis B sigue siendo una de las infecciones virales más extendidas y silenciosas del mundo. Afecta principalmente al hígado y, sin tratamiento ni prevención adecuados, puede desencadenar complicaciones graves décadas después del contagio.

La vacunación, especialmente la dosis aplicada al nacer, es hoy la herramienta más eficaz para frenar su transmisión y sus consecuencias a largo plazo.

Qué es la hepatitis B y cómo se transmite

La hepatitis B es una infección causada por el virus de la hepatitis B (VHB) que se dirige al hígado.

Puede cursar sin síntomas o provocar desde malestar y fiebre hasta ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).

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El virus se transmite por contacto con sangre u otros fluidos corporales, incluidas las relaciones sexuales sin protección.

Una vía clave de contagio, y una de las más preocupantes, es la transmisión vertical: de madre a hijo durante el parto o en el periodo perinatal.

Concepto de salud del hígado.
Concepto de salud del hígado.

Los grupos de mayor riesgo incluyen recién nacidos de madres portadoras del VHB, personas con múltiples parejas sexuales sin protección, usuarios de drogas inyectables que comparten material, y trabajadores de la salud expuestos a sangre.

Infección aguda vs. crónica

  • Infección aguda: aparece en los primeros seis meses tras el contagio. Muchas personas no presentan síntomas o estos son leves. La mayoría de los adultos eliminan el virus de manera espontánea.
  • Infección crónica: cuando el virus persiste más de seis meses. El riesgo de cronicidad es muy alto si el contagio ocurre al nacer o en la primera infancia. Quienes desarrollan infección crónica pueden permanecer asintomáticos durante años, mientras el hígado sufre daño progresivo.

Riesgos a largo plazo

La infección crónica por VHB aumenta de forma considerable la probabilidad de:

  • Cirrosis (cicatrización irreversible del hígado).
  • Carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado).
  • Insuficiencia hepática, que puede requerir trasplante.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cientos de millones de personas viven con hepatitis B crónica a nivel global y que una parte significativa de los cánceres de hígado se relaciona con esta infección prevenible.

Por qué vacunar a los bebés al nacer

La dosis de vacuna contra la hepatitis B en las primeras 24 horas de vida es crucial.

Esta “dosis de nacimiento” reduce drásticamente el riesgo de que el bebé adquiera el virus de su madre y desarrolle infección crónica.

Dado que la transmisión perinatal es una de las principales vías de contagio en países de mediana y alta endemicidad, la vacunación al nacer interrumpe un eslabón crítico de la cadena de transmisión.

La pauta infantil típica incluye la dosis al nacer y dos o tres dosis adicionales en los meses posteriores, según el calendario de cada país. En hijos de madres con VHB, la administración combinada de la vacuna y, cuando está indicada, inmunoglobulina específica antihepatitis B amplifica la protección.

Eficacia y recomendaciones internacionales

La vacuna contra la hepatitis B es altamente efectiva: más del 95% de los lactantes, niños y adultos jóvenes desarrollan inmunidad protectora tras completar la serie. La OMS y la mayoría de las autoridades sanitarias nacionales recomiendan:

  • Vacunación universal infantil, con dosis de nacimiento dentro de las 24 horas.
  • Integrar la vacuna del VHB en los esquemas de inmunización sistemática.
  • Vacunación de grupos de riesgo no inmunizados (personal sanitario, parejas sexuales de personas con VHB, usuarios de drogas inyectables, personas con VIH, entre otros).

La protección generada persiste por décadas y, en personas inmunocompetentes, no se requieren refuerzos de rutina.

Historia e impacto: cómo cambió la prevalencia

Los programas de vacunación universal infantil contra la hepatitis B comenzaron a adoptarse de forma amplia desde la década de 1980 y se expandieron globalmente en los años 90 y 2000, tras la recomendación de la OMS. Los resultados han sido contundentes:

  • En lugares que implementaron tempranamente la dosis al nacer y la serie completa —como Taiwán— la prevalencia de portadores del antígeno de superficie (HBsAg) en niños cayó de alrededor del 10% a menos del 1%, y se documentó una reducción notable en la incidencia de cáncer de hígado en jóvenes.
  • En regiones que incorporaron la vacuna en el calendario infantil, la transmisión horizontal en la infancia también se desplomó, con menos brotes en entornos escolares y comunitarios.
  • Países que retrasaron o no implementaron programas universales siguieron registrando prevalencias más altas de infección crónica y mayor carga de cirrosis y cáncer hepático en la adultez.

Los riesgos de no vacunarse

No inmunizar, especialmente en el periodo neonatal, tiene efectos acumulativos:

  • Aumento de la hepatitis B crónica: cuando los recién nacidos se infectan, la probabilidad de evolucionar a cronicidad puede superar el 80–90%, con las consiguientes complicaciones décadas más tarde.
  • Mayor carga de enfermedad en la adultez: más cirrosis, más cáncer de hígado y más necesidad de trasplantes, con costos humanos y económicos elevados.
  • Brechas entre países: la comparación internacional muestra tasas de infección crónica marcadamente inferiores en naciones con programas de vacunación universal y alta cobertura de dosis de nacimiento, frente a aquellas con coberturas bajas o sin estrategias universales.

Seguridad de la vacuna: qué dice la evidencia

La vacuna contra la hepatitis B cuenta con un sólido perfil de seguridad documentado durante más de cuatro décadas de uso a escala mundial:

  • Efectos adversos comunes: dolor en el sitio de inyección, enrojecimiento o febrícula, generalmente leves y transitorios.
  • Eventos graves: extremadamente raros. La anafilaxia ocurre aproximadamente en el orden de 1 por cada millón de dosis administradas.
  • Evaluaciones independientes: revisiones sistemáticas y metanálisis —incluidas evaluaciones tipo Cochrane y grandes estudios postcomercialización— no han encontrado evidencia de asociación entre la vacuna del VHB y enfermedades neurológicas desmielinizantes, trastornos del neurodesarrollo u otros eventos graves alegados en debates públicos.
  • Consenso regulatorio: organismos como la OMS, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y agencias reguladoras nacionales mantienen la recomendación de vacunación universal basadas en datos de eficacia y seguridad de alta calidad.

En contraste con algunos discursos políticos o desinformación en redes, la literatura científica revisada por pares respalda de forma consistente el beneficio de la vacunación, con un balance riesgo-beneficio abrumadoramente favorable.

Vacunarse contra la hepatitis B —y garantizar la dosis de nacimiento— no es solo una decisión individual: es una estrategia de salud pública capaz de salvar vidas, prevenir cáncer y reducir desigualdades. Donde la cobertura es alta, la transmisión se quiebra y las generaciones futuras crecen libres de una enfermedad que, sin esa protección, puede marcarles de por vida.

Para las familias, la recomendación es clara: seguir el calendario oficial y consultar con el equipo de salud sobre la dosis al nacer, el esquema completo y, en casos de riesgo, la necesidad de medidas adicionales.

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