El caballo Falabella, originario de Argentina en el siglo XIX, es una de las razas equinas más pequeñas del mundo.
Su estatura —con ejemplares adultos que rara vez superan los 80–86 centímetros a la cruz— no responde a un defecto patológico, sino a un proceso de selección dirigido que consolidó un fenotipo sano y proporcionado.

Detrás de su tamaño hay una historia familiar, un experimento de cría de décadas y una biología que lo diferencia de los ponis y de otros miniaturas creados por selección genética.
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Un linaje argentino y una idea fija: hacer pequeño lo sano
La genealogía del Falabella se remonta a la familia homónima, asentada en la pampa bonaerense.
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A mediados del siglo XIX, el irlandés Patrick Newtall habría iniciado cruces con caballos criollos de talla reducida; más tarde, su yerno Juan Falabella y luego Julio César Falabella sistematizaron el proyecto: seleccionar, generación tras generación, a los más pequeños pero bien conformados, e introducir —con extrema cautela— sangre de razas como Shetland y, en menor medida, Pura Sangre, para fijar proporciones y refinamiento sin sacrificar vigor.

Hacia mediados del siglo XX ya se hablaba de “caballos miniatura argentinos” y comenzó la exportación y el reconocimiento internacional de la raza.

A diferencia de prácticas que explotaron mutaciones patológicas para reducir talla, el programa Falabella siempre buscó animales proporcionados: miembros correctos, dorso firme, cabeza refinada y aptitud reproductiva normal.
El objetivo era un caballo (no un poni) en miniatura.
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Genética del tamaño: poligenia, no enanismo discapacitante
El tamaño corporal en caballos es un rasgo poligénico: muchos genes pequeños suman efectos.
En equinos, variantes en regiones del genoma como LCORL/NCAPG y HMGA2 se han asociado de manera consistente con diferencias de alzada entre razas grandes, ponis y miniaturas.

Estudios en ponis y caballos miniatura sugieren que estas mismas regiones contribuyen a la estatura reducida, y es razonable inferir que los Falabella comparten parte de ese trasfondo genético.
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La selección repetida por individuos de menor talla habría enriquecido tales variantes sin recurrir a mutaciones que deforman la arquitectura corporal.

Esto distingue al Falabella del enanismo desproporcionado observado en algunos caballos miniatura, en el que mutaciones en el gen ACAN (agrecano) provocan alteraciones del cartílago: extremidades cortas, cabezas abovedadas y problemas de salud.

En el Falabella, los criadores responsables han evitado fijar dichas mutaciones, privilegiando un “enanismo proporcional”: animales pequeños pero anatómicamente armónicos, con locomoción y longevidad comparables a las de caballos más grandes.
La diferencia es clave:
- Enanismo proporcional: talla reducida con proporciones normales; resultado de combinar variantes de efecto modesto en genes del crecimiento y la morfogénesis, afinadas por selección.
- Enanismo desproporcionado: talla baja con desvíos estructurales; causado por mutaciones de gran efecto (por ejemplo, en ACAN) que comprometen la salud.
Miniaturas en el reino animal: paralelos y contrastes

- Perros de talla toy: en caninos, variantes de gran efecto en IGF1 y HMGA2 explican gran parte de la reducción de tamaño, con una selección intensa que creó razas muy pequeñas en pocas generaciones. A diferencia de algunos linajes caninos, el Falabella evitó fijar variantes asociadas a displasias o condrodistrofias manifiestas.
- Ponis y Shetland: comparten la selección por baja alzada, pero muchos ponis expresan rasgos “de poni” (hueso más pesado, crines abundantes, cuello cresto) y no necesariamente el refinamiento “de caballo” que caracteriza al Falabella.
- Conejos enanos: la domesticación consolidó un “gen enano” con efectos dosis-dependientes, incluido un alelo letal en homocigosis; es un ejemplo de reducción de talla con riesgos genéticos que el programa Falabella procuró esquivar.
El patrón común es la selección humana por fenotipos diminutos. La diferencia está en el camino genético: poligenia y depuración de mutaciones perjudiciales en el Falabella, frente a atajos con efectos colaterales en otras especies o líneas.
Falabella no es sinónimo de poni
Aunque el tamaño induzca a la confusión, un Falabella no es un poni en miniatura. La distinción no es solo de alzada, sino de tipo:
- Morfología: el Falabella busca proporciones “de caballo” en escala reducida (perfil fino, dorso proporcionado, extremidades secas). Muchos ponis, en cambio, exhiben conformación más robusta y rasgos adaptados a climas rudos.
- Origen y estándar: el Falabella es una raza con registro propio y un programa de cría orientado a miniaturizar el tipo caballo; “poni” es una categoría amplia que abarca numerosas razas y biotipos.
Etología y comportamiento: un caballo de bolsillo, sociable e inteligente
La biología del Falabella es equina en todo sentido: es un animal gregario, con jerarquías claras, necesidades de forrajeo continuo y un repertorio social comparable al de caballos de mayor talla.
Su tamaño modula, sin embargo, la relación con humanos y otras especies.
- Interacción con humanos: su estatura facilita el manejo en contextos urbanos y terapéuticos. Son frecuentes en programas de equinoterapia y como animales de compañía, donde su docilidad e inteligencia permiten un adiestramiento fino con refuerzo positivo. También se han documentado usos como animales de asistencia, aprovechando su longevidad superior a la de perros y su estabilidad temperamental.
- Convivencia con otras especies: su pequeña talla reduce el riesgo físico en interacciones con niños o animales domésticos; no obstante, siguen siendo presas naturales y requieren introducciones controladas con perros u otros herbívoros para evitar estrés o accidentes.
- Trabajo vs. compañía: por su proporción y peso, el Falabella no es un caballo de tiro ni de monta funcional para adultos. Su vocación es la compañía y el adiestramiento lúdico o terapéutico, donde su capacidad de aprendizaje y vínculos sociales brilla.
Salud y manejo: pequeño no es sinónimo de frágil
Cuando se crían evitando mutaciones deletéreas, los Falabella muestran buena salud general, con necesidades equivalentes a las de cualquier equino: dieta basada en forraje de calidad, control de parasitismo, cuidado dental y podal regulares, y ejercicio.
Su metabolismo, como el de muchos equinos pequeños, puede predisponerlos a problemas asociados a dietas ricas en azúcares; el manejo nutricional preventivo es clave.