La imagen de la vida ligada al agua es una de las constantes de la biología. Sin embargo, cada cierto tiempo surgen titulares sobre microbios “indestructibles” o animales diminutos que “sobreviven al vacío del espacio” y que parecerían desafiar esa regla. ¿Existen realmente seres que vivan sin agua?
La respuesta corta, según la evidencia científica, es no: toda la vida conocida requiere agua para estar activa. La respuesta matizada es que algunos organismos pueden entrar en estados extremos de latencia, soportar sequías absolutas durante años e incluso resistir el vacío y la radiación espacial, pero no “viven” —en el sentido de crecer, metabolizar o reproducirse— sin agua.
Lea más: Encélado bajo la lupa: ¿pueden sus ‘rayas de tigre’ ofrecer pistas sobre la vida en el espacio?
La frontera biológica: el agua como requisito universal
El agua no es solo un medio; es un componente funcional de la vida. Participa en reacciones químicas, facilita el transporte de nutrientes y define la estructura de biomoléculas.
En microbiología se usa el concepto de “actividad de agua” (aw), una medida de cuánta agua disponible hay para procesos biológicos.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Hasta donde se ha probado, el límite inferior para la vida activa ronda aw ~,6. Por debajo de ese umbral, la mayoría de los organismos no pueden crecer ni mantener el metabolismo, aunque algunas células resisten y esperan.
Este límite explica por qué ambientes terrestres extremo-áridos —como sectores del desierto de Atacama— albergan vida muy escasa y por qué sales altamente higroscópicas pueden, paradójicamente, ayudar a ciertos microbios al atraer pequeñas películas de agua del aire.
Maestros de la pausa: anhidrobiosis y latencia

Algunos seres han evolucionado estrategias para “detener el reloj” cuando falta el agua:
- Tardígrados: estos invertebrados microscópicos pueden perder casi toda el agua corporal y entrar en anhidrobiosis, un estado de criptobiosis en el que suspenden el metabolismo. Proteínas especiales y azúcares como la trehalosa estabilizan sus estructuras. Pueden permanecer así años y reactivarse cuando el agua regresa.
- Esporas bacterianas: especies como Bacillus y Clostridium forman endosporas altamente resistentes que sobreviven a la desecación, el calor y químicos agresivos. En estado de espora no “viven” activamente; esperan hasta que el ambiente ofrezca agua y nutrientes.
- Hongos y arqueas xerófilas/halófilas: algunos hongos osmófilos crecen a actividades de agua bajísimas para estándares biológicos, y ciertos microorganismos halófilos prosperan en salmueras extremas. En ambos casos sigue habiendo agua, aunque muy limitada.
- Huevos y quistes resistentes: huevos de rotíferos, quistes de Artemia y ciertos nematodos pueden sobrevivir secos largos periodos y reiniciar su ciclo al hidratarse.
Estos mecanismos no violan la “regla del agua”; la bordean al recurrir a una pausa reversible.
Lea más: El magnetismo promete revolucionar la producción de oxígeno en el espacio
¿Y en el espacio?
Experimentos en plataformas orbitales y satélites han explorado la resistencia de la vida a condiciones espaciales:
- Exposiciones directas: en 2007, el experimento TARDIS de la ESA sometió tardígrados al vacío y a radiación ultravioleta solar en el satélite FOTON-M3. Algunos sobrevivieron al vacío y a la radiación parcialmente filtrada, y varios se reprodujeron al regresar a la Tierra, tras rehidratarse.
- Plataformas EXPOSE (ESA): baterías de microorganismos, esporas y compuestos orgánicos colocados en el exterior de la Estación Espacial Internacional mostraron que, con protección parcial frente a la radiación UV, algunas bacterias y esporas sobreviven meses o años en el espacio, siempre en estado inactivo.
- Tanpopo (JAXA): matrices de microbios como Deinococcus radiodurans, en agregados protectores, resistieron años de exposición en la órbita baja. De nuevo, no hubo actividad biológica en seco; la reactivación ocurrió al rehidratarlos en laboratorio.
La conclusión compartida por estos estudios es clara: ciertos organismos pueden resistir —no vivir activamente— en el espacio, especialmente si alguna barrera (polvo, roca porosa, capas celulares) los protege de la radiación ultravioleta directa.
El malentendido clave: sobrevivir no es vivir
La frase “sin agua” sugiere existencia y metabolismo sostenidos en completo anhidroambiente. Ningún organismo conocido hace eso. Lo que sí observamos es:
- Resistencia extraordinaria a la desecación en estados de latencia.
- Reactivación rápida al volver a disponer de agua.
- Dependencia de microambientes donde el agua está presente de forma transitoria o en películas microscópicas, incluso en lugares “secos”.
Incluso en salmueras marcianas hipotéticas o en las cortezas heladas de lunas como Europa o Encélado, las perspectivas de vida se basan en la presencia de agua líquida —aunque sea salobre, transitoria o atrapada en poros— y en energías químicas disponibles.
La astrobiología busca precisamente esas “ventanas” de agua.
Lea más: Nuevo modelo trata de explicar cómo se desarrolló la vida inteligente en la Tierra
Implicaciones para la búsqueda de vida
Comprender los límites del agua reconfigura dónde y cómo buscar vida:
- Marte: películas de agua por deliquescencia de sales (percloratos) podrían ofrecer hábitats intermitentes, aunque la radiación superficial complica la supervivencia; refugios bajo la superficie serían más prometedores.
- Lunas heladas: océanos subglaciales de Europa y Encélado cumplen el requisito de agua líquida, energía química y protección frente a radiación. Son hoy objetivos prioritarios.
- Tierra extrema: los desiertos hipersecos, salares y minas profundas son laboratorios naturales para estudiar la vida al borde del límite de aw, afinando los instrumentos y protocolos de detección.
Veredicto
No hay vida conocida que “viva” sin agua. Lo que sí existe es vida capaz de detener sus procesos hasta que el agua regrese, y de soportar entornos extremos —incluido el espacio— en ese modo de espera.
Para la biología y la astrobiología, la lección es doble: el agua sigue siendo el requisito universal, pero la resiliencia de la vida extiende sorprendentemente los escenarios donde merece la pena buscarla.