Microplásticos: el enemigo invisible en los océanos y en tu cuerpo

Concepto de microplásticos.
Concepto de microplásticos.Shutterstock

Los microplásticos, presentes en cada rincón del planeta, plantean un desafío ambiental crítico. Con 11 millones de toneladas anuales en los océanos, la alarma mundial suena: ¿hasta dónde llegarán sus efectos en nuestra salud y en el ecosistema?

Los microplásticos son diminutos, persistentes y ubicuos. Están en las aguas costeras y en fosas oceánicas, flotan en el aire de las ciudades, se acumulan en suelos agrícolas y ya han sido detectados en muestras humanas de sangre, pulmones y placenta.

Su presencia, antes confinada a artículos científicos, ha pasado al debate público: ¿cuánto nos afecta esta contaminación invisible y qué se puede hacer para frenarla?

Qué son y de dónde vienen

Por definición, los microplásticos miden menos de 5 milímetros; los nanoplásticos, mil veces más pequeños, penetran con mayor facilidad en tejidos vivos.

Concepto de microplásticos.
Concepto de microplásticos.

Algunos se fabrican así —como microesferas exfoliantes que varios países ya han prohibido—, pero la mayoría se genera por fragmentación de objetos más grandes: envases, redes de pesca, fibras textiles y neumáticos.

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Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, unas 11 millones de toneladas de plástico acaban cada año en el océano, una cifra que podría triplicarse para 2040 si no se adoptan medidas más firmes.

Las corrientes, la luz solar y el oleaje trituran ese material en partículas cada vez más pequeñas que se dispersan a escala planetaria: se han hallado microplásticos en nieve ártica, sedimentos abisales y playas remotas.

Concepto de microplásticos.
Concepto de microplásticos.

Entre las fuentes menos visibles destacan:

  • Microfibras liberadas en el lavado de ropa sintética.
  • Partículas de desgaste de neumáticos y frenos, arrastradas por el agua de lluvia a ríos y costas.
  • Pinturas marinas e industriales.
  • Poliestireno expandido (corcho blanco) fragmentado en la cadena logística.

Las plantas de tratamiento de aguas residuales retienen una parte significativa, pero no todo; además, el lodo resultante —rico en microplásticos— se aplica a menudo como fertilizante, reintroduciendo partículas en suelos agrícolas.

El impacto en el océano

En el mar, los microplásticos son ingeridos por zooplancton, peces, tortugas y aves. Pueden causar bloqueos físicos, falsas sensaciones de saciedad y estrés oxidativo.

Concepto de microplásticos.
Concepto de microplásticos.

También actúan como “esponjas” que adsorben contaminantes químicos, y como sustratos que transportan organismos invasores y patógenos a largas distancias.

La cadena alimentaria amplifica el problema: partículas y aditivos como ftalatos o bisfenoles, asociados a disrupción endocrina en estudios experimentales, ascienden de nivel trófico en un ecosistema ya presionado por la sobrepesca y el calentamiento global.

Concepto de microplásticos.
Concepto de microplásticos.

Aunque persisten lagunas sobre efectos poblacionales en fauna, hay consenso en que la contaminación plástica se suma a otros estresores que erosionan la resiliencia de los océanos.

¿Y en tu cuerpo?

Varios estudios han detectado micro y nanoplásticos en muestras humanas: sangre, heces, tejidos pulmonares y placentas.

En 2022, un trabajo liderado por investigadores de Países Bajos reportó polímeros comunes en sangre humana; en 2024, un estudio con técnicas avanzadas de espectroscopia halló cientos de miles de partículas por litro en agua embotellada, con predominio de nanoplásticos que antes pasaban desapercibidos.

Qué significa esto para la salud es la gran pregunta abierta. La Organización Mundial de la Salud señaló en 2019 y reiteró en 2022 que, con la evidencia disponible, el riesgo para la salud humana por microplásticos en el agua potable parece bajo, pero subrayó la gran incertidumbre y la necesidad de mejores métodos de medición, especialmente para nanoplásticos.

Lo que sí sugieren estudios en animales y células:

  • Partículas muy pequeñas pueden cruzar barreras biológicas y desencadenar inflamación.
  • Los aditivos y contaminantes adheridos a los plásticos pueden liberarse y ejercer efectos tóxicos.
  • La exposición puede variar más por inhalación de polvo doméstico y fibras en interiores que por consumo de mariscos en muchas poblaciones.

Los expertos piden cautela: presencia no equivale automáticamente a daño. La prioridad, coinciden, es reducir la exposición en la fuente.

Regulación y respuestas en marcha

El péndulo regulatorio empezó con las microesferas cosméticas en países como Reino Unido y Estados Unidos.

La Unión Europea prohibió varios plásticos de un solo uso y ha aprobado límites a microplásticos añadidos intencionalmente en productos. Francia exigirá filtros atrapa-fibras en lavadoras nuevas; California implementó un programa de monitoreo de microplásticos en agua potable y estudia límites y tratamientos.

Normas sobre abrasión de neumáticos y emisiones de microfibras están en desarrollo.

A nivel global, los países negocian bajo la ONU un Tratado para combatir la contaminación por plásticos que podría fijar objetivos vinculantes de reducción, rediseño de productos y responsabilidad extendida del productor.

La industria, por su parte, impulsa aditivos y diseños para minimizar desprendimientos y mejorar reciclabilidad, mientras crecen inversiones en sistemas de captura de pellets, prelavado industrial y mejores tratamientos de aguas.

¿Sirve limpiar la playa?

Las limpiezas costeras y las barreras fluviales retiran macroplásticos antes de que se fragmenten, y tienen impacto comunitario. Pero los microplásticos ya dispersos son casi imposibles de recuperar sin dañar ecosistemas.

La evidencia apunta a que la prevención —diseñar productos que liberen menos partículas, reemplazar materiales problemáticos, mejorar sistemas de recolección y tratamiento— es mucho más costo-efectiva que la limpieza a posteriori.

Qué puede hacer cada quien (y qué no)

  • Preferir textiles duraderos y con menor desprendimiento; usar bolsas de lavado o filtros externos, lavar con cargas completas y ciclos suaves.
  • Reducir el consumo de plásticos de un solo uso; optar por agua de grifo segura en lugar de embotellada cuando sea posible.
  • Mantener neumáticos correctamente inflados y elegir compuestos más duraderos; apoyar políticas para captación de escorrentías urbanas.
  • Mejorar la ventilación y limpieza húmeda de interiores para reducir polvo y fibras en suspensión.
  • Exigir transparencia y estándares: etiquetas de desprendimiento de microfibras, objetivos de rediseño y responsabilidad del productor.

No existen soluciones individuales suficientes; la escala del problema requiere políticas públicas, innovación y cooperación internacional.