Esto acelerará la producción de datos con los cuales se espera atisbar la materia oscura o dar con partículas desconocidas.
Seis países, entre ellos España, han contribuido de manera decisiva a este nuevo gran paso adelante en las investigaciones del CERN, cuyos experimentos están abocados al descubrimiento de una nueva física y a la medición de las propiedades del bosón de Higgs, cuya existencia probó en 2012.
El nuevo acelerador lineal (Linac 4) es el primero en la cadena de cinco aceleradores de distintas dimensiones que forman parte de los experimentos de la organización científica y el único que no tiene forma de anillo.
Su misión es inyectar más protones en un mismo volumen dentro del sistema de aceleradores con respecto a lo que hacía su antecesor, el Linac 2, que ya mostraba “señales de cansancio” tras 39 años de funcionamiento, explicó en la presentación a los medios el jefe del Proyecto Linac 4, Mauricio Uretenar.
Para hacerlo más gráfico, el científico dijo que el Linac 4 “es como un grifo, en el que lo importante es la presión a la que sale el agua”.
La última fase en el viaje que los paquetes de protones empezarán en el Linac 4 será en el LHC, donde alcanzarán una mayor luminosidad, una palabra que en el mundo de la física no tiene nada que ver con la luz.
La luminosidad es la cantidad de colisiones de protones que se consigue en un periodo definido de tiempo (suele ser de un segundo) y la tecnología del Linac 4 permitirá multiplicarlas por cinco a partir de 2025 y, como consecuencia, acumular diez veces más datos con respecto a hoy.
Al lado del LHC -un anillo de 27 kilómetros de imanes superconductores en el que las particular circulan casi a la velocidad de la luz-, el Linac 4 parece con sus noventa metros de largo una máquina modesta, pero la tecnología que lleva incorporada ayudará al primero a ser más eficaz y a mejorar sus datos.
Como el LHC y el resto de aceleradores, el Linac 4 se encuentra bajo tierra y su construcción requirió diez años de trabajo, la participación de un centenar de personas y 93 millones de euros (algo más de 100 millones de dólares) de inversión.
A partir de mañana, el Linac 4 entrará en un periodo de prueba y será conectado al resto de aceleradores durante el periodo en el que todos ellos serán apagados, entre 2019 y 2020, para una profunda revisión técnica.
Aunque visto de lejos cuesta entender la utilidad de los experimentos de física, su aplicación es cada vez más real, particularmente en el sector de la industria y en la medicina, explicó a Efe el jefe del Departamento de Tecnologías del CERN, José Miguel Jiménez.
Es posible que los aceleradores de partículas sean el futuro del tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
A diferencia de tratamientos convencionales, como la radioterapia, en el que tejidos y órganos que rodean el tumor pueden ser afectados por la carga de rayos X, los aceleradores permiten utilizar protones o iones ligeros y depositarlos en el lugar indicado.
“Se puede apuntar a un tumor detrás del ojo sin dañar de forma definitiva el cerebro, lo que en el caso de niños sería muy importante”, indicó el físico español.
Actualmente hay máquinas inspiradas en los aceleradores que están tratando de manera experimental a pacientes en Italia y Austria.
La tecnología del CERN también tiene una aplicación en el área de imágenes médicas y en la gestión de datos y parámetros de pacientes.
También en la industria existen aplicaciones concretas de los experimentos que se desarrollan en el CERN, donde ya se ha empezado a trabajar en la nueva tecnología para el futuro gran acelerador de alta energía que se prevé entrará en marcha en 2035.
La organización ha empezado a colaborar con este fin con España, concretamente con el SIEMAT, para que sea uno de los tres países de Europa capaces de producir el nuevo tipo de imanes que necesita esa máquina, señaló Jiménez.