El estudio, liderado por el Trinity College de Dublín (Irlanda), analiza las causas por las que la presencia de grasa hace fracasar a los sistemas de vigilancia inmunológica, que están formados por las llamadas células NK (Natural Killer en inglés), un tipo de células asesinas naturales, cuya función es destruir a las cancerosas.
Además, los científicos describieron posibles nuevos tratamientos que ayudan a que las células NK puedan ser molecularmente reprogramadas para volver a la acción.
La importancia de este nuevo estudio, dirigido por la profesora asociada en Inmunología del Trinity College, Lydia Lynch, reside en el conocimiento que aporta sobre el impacto que tiene la obesidad en la acción inmunológica que llevan a cabo las células NK.
El equipo liderado por Lynch, que trabajó con células humanas detectoras del cáncer y las implantó en ratones, confirmó que el exceso de grasa no impide que estas células reconozcan a sus homólogas tumorales, pero sí evita que las maten.
En investigaciones posteriores, consiguieron reprogramar las células NK y restaurar su eficacia en la batalla contra el cáncer. Los investigadores señalaron que más de 1.900 millones de adultos de todo el planeta tienen sobrepeso y más de un tercio de la población adulta es obesa, lo que implica una gran cantidad de efectos adversos para la salud.
La gente con exceso de peso tiene más probabilidades de padecer diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares y una amplia gama de infecciones a lo que se suma el hecho de que hasta el 50% de ciertos cánceres se atribuyen a esta patología.
Lynch dijo que a pesar de que ha aumentado la conciencia pública sobre los riesgos que acarrea la obesidad, esta sigue prevaleciendo en la sociedad.
“Hay una mayor urgencia para comprender las vías por las cuales la obesidad causa cáncer y conduce a otras enfermedades y, por tanto, para desarrollar nuevas estrategias para prevenir su progresión”, señaló la experta.