El popular T Rex resucita en el Museo de Historia Natural de Nueva York

El temido T Rex, sin duda el protagonista de la familia de los dinosaurios, resucitó en el Museo de Historia Natural de Nueva York, que, para marcar el inicio de la celebración de su 150 aniversario, presentó una amplia exhibición sobre el depredador.

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Por ejemplo, que este animal contaba con plumas, o que sus extremidades superiores eran mucho más pequeñas de lo que se pensaba hasta ahora, o que poseía una visión extremadamente aguda y un sentido del olfato y del oído tan desarrollado que era extremadamente difícil para sus presas pasar desapercibidas.

“El T Rex empezaba siendo un adorable polluelo, pero podía engordar hasta unos 63 kilos en un solo mes mientras se convertía en un enorme adulto que se situaba en lo alto de la cadena alimenticia”, contó en la inauguración de “T-Rex: The Ultimate Predator” (T Rex: El Número Uno de los Depredadores) la presidenta de la institución, Ellen Futter.

Esta muestra del Museo de Historia Natural de Nueva York, que abre sus puertas al público general el próximo 11 de marzo, supone “una perspectiva fresca y nueva del rey de los reyes”, según explicó Gregory Erickson, científico del Museo de Historia Natural de Nueva York y paleobiólogo de la Universidad del Estado de Florida.

“Es increíble lo que hemos aprendido del T Rex. A principios de los años '90 no sabíamos prácticamente nada de su biología y ahora sabemos que vivía hasta los 28 años”, expuso Erickson, que dijo que la nueva exposición que se le dedica al “Tyrannosaurus rex” es el resultado de más de un siglo de investigación.

“El Museo (de Historia Natural de Nueva York) lleva trabajando sobre el T Rex desde 1902, cuando se encontró el primer (ejemplar), así que es la culminación de todo ese trabajo”, aseveró.

Las plumas, la característica física más llamativa presentada hoy, servían al T Rex para camuflarse y como abrigo, y aunque los científicos no han llegado a encontrar muestras del plumaje en los esqueletos hallados, han confirmado su existencia a través de sus parientes.

“Nunca hemos encontrado un fósil de plumas, pero sí hemos encontrado parientes muy cercanos del T Rex que las tenían. Igual que nunca se encontró pelo sobre un australopitecus pero se sabía que lo tenían por los chimpancés”, señaló en su intervención el comisario de la muestra, Mark Norell.

La muestra cuenta con un gran esqueleto a tamaño real, representaciones del T Rex en sus primeros días de vida, fósiles y moldes de sus garras o dientes, piezas interactivas, la primera experiencia de realidad virtual del museo y con la “representación científica más precisa” que existe hasta la fecha del animal. “Tiene en cuenta las proporciones de su cuerpo, le hemos prestado mucha atención a eso”, dijo Erickson.

“T Rex: El Número uno de los Depredadores” también confirma la potencia asesina del temido dinosaurio, que aseguran que contaba con unas mandíbulas que fácilmente destruían huesos con una potencia de mordida de más de cuatro toneladas, o lo mismo que el peso acumulado de tres vehículos de tamaño medio.

Sus “brazos”, por otra parte, eran tan pequeños que eran inútiles en la práctica y dependía de su afilada dentadura para alimentarse y sobrevivir, por lo que, a diferencia de los humanos, el T Rex era capaz de regenerar constantemente sus dientes incluso en su etapa adulta.

Aún quedan, sin embargo, muchos misterios por resolver para los científicos, que se plantean aun cómo sonaba el rugido del T Rex, tantas veces escuchado en las películas de ciencia ficción de Hollywood pero del que no se tiene ninguna pista real, o de qué color eran sus plumas.

Otros, sin embargo, se han podido solventar recientemente gracias a las nuevas técnicas químicas y médicas que se han empezado a aplicar en las investigaciones sobre el T Rex, como contó en el evento la joven investigadora del Museo de Historia Natural de Nueva York, Jasmina Wiemann, paleobióloga molecular de la Universidad de Yale.

“Queríamos saber si los ancestros del dinosaurio tenían huevos de colores también, como algunos pájaros. Hemos sabido que efectivamente eran de colores”, dijo Wiemann, que apuntó que aún queda mucha más información que sacar de las biomoléculas fósiles.

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