El sueño espacial de China madura y ya piensa en la comercialización

JIUQUAN. Las autoridades chinas consideran que su sueño espacial ha alcanzado ya una fase madura con el lanzamiento esta semana de la sexta misión tripulada de su historia y piensan, a largo plazo, en una posible comercialización.

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El programa espacial del gigante asiático tiene ambiciosos planes de futuro, que van desde el envío de una nueva sonda a la Luna (2017) hasta el lanzamiento de un vehículo explorador a Marte (2020), pasando por la puesta en órbita de una estación espacial propia (2022).

Pekín ha dado un acelerón este año a sus proyectos espaciales, como el lanzamiento de su primer satélite cuántico y la inauguración del mayor radiotelescopio del mundo, coronados con el despegue de la misión Shenzhou-11, que se acopló este miércoles al laboratorio Tiangong-2, en funcionamiento desde septiembre.

Con dos astronautas a bordo, la Shenzhou-11 partió este lunes desde la base de lanzamientos de Jiuquan (norte), en el desierto de Gobi -con un reducido grupo de corresponsales extranjeros, entre ellos de Efe, como invitados-, y cerró un paréntesis de tres años sin misiones tripuladas chinas.

Sus 33 días de duración la convertirán en la más larga de la historia del país, más del doble que la anterior.

“Empezamos tarde, comparado con Estados Unidos y Rusia, pero hemos sido capaces de trabajar de forma más eficiente y usar las tecnologías modernas para estudiar y explorar el espacio”, explicó a la prensa Zhou Jianping, diseñador jefe del programa espacial tripulado de China.

China puso en marcha su programa espacial mucho antes de lo que suele pensarse, en 1956, aunque el retraso tecnológico del país hizo que dependiera durante años de la ayuda soviética y que hasta 1992 no se planeara lanzar una misión tripulada, algo que se materializó finalmente en 2003.

En los últimos trece años, el gigante asiático ha enviado un total de once astronautas (nueve hombres y dos mujeres) al espacio en seis misiones, que ha ido alargando progresivamente con miras a cumplir el gran objetivo del programa tripulado diseñado en 1992: tener su estación espacial.

“Somos capaces de salir al espacio, realizar tareas fuera de la nave y conectar diferentes plataformas. Son las tres técnicas fundamentales de la navegación tripulada. China va a construir una estación espacial y estamos preparándonos para esta tarea”, afirmó Zhou.

Apartada de la Estación Espacial Internacional por la prohibición legal de Estados Unidos a que la NASA colabore con China, el país asiático ha trazado, además, su propia senda de cooperación internacional e insiste en ofrecer sus instalaciones a otros países.

“China tiene interés en unir fuerzas internacionalmente y da la bienvenida a que científicos extranjeros envíen proyectos a nuestra estación espacial. El proyecto está abierto a la comunidad internacional”, aseguró a Efe Zheng Yong-Chun, científico del Observatorio Astronómico Nacional de la Academia China de Ciencias.

Aunque detrás de todo ese programa ha habido siempre financiación pública, las autoridades chinas afirman ahora estar dispuestas a permitir que empresas privadas, al estilo de la estadounidense SpaceX, participen en el sector.

“De momento todavía no, pero, en el futuro, la carrera de navegación espacial va a comercializarse y entonces va a haber colaboraciones internacionales”, señaló Luo Guqing, responsable de los sistemas de control y navegación Shenzhou-11, en Jiuquan.

Ya hay, de hecho, varias compañías emergentes chinas que se están posicionando para ofrecer servicios en el espacio, entre ellos vuelos comerciales, como Landspace, ExPace, KuangChi o CALT, que acudieron al Congreso Internacional de Astronáutica que se celebró en México a finales de septiembre.

Landspace, una empresa de capital privado fundada en 2015 por extrabajadores de empresas estatales chinas, espera realizar su primer lanzamiento en 2017. CALT, en cambio, es una firma público-privada, al igual que Expace, una ramificación del gigante estatal CASIC (Corporación de la Industria y la Ciencia Aeroespacial de China) surgida este año y que planea fabricar unos 140 satélites y 50 cohetes hacia 2020.

También es de propiedad privada KuangChi, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong y pretende ofrecer viajes turísticos de tres horas a 24 kilómetros de altura.

Todas esas empresas quedan fuera de los grandes proyectos de Pekín, pero, al cumplirse 60 años del inicio de la carrera espacial, el desarrollo del sector en el gigante asiático va abriendo nuevos caminos y mira ya hacia un horizonte en el que el Estado no sea el único actor en juego.

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