El videojuego se sitúa a comienzos del siglo XX, en una ciudad flotante llamada Columbia donde hay un choque entre los seguidores de esa secta, que endiosa a los padres fundadores de Estados Unidos, y facciones rebeldes.
La trama, según trascendidos, está influida por el movimiento Occupy Wall Street. Y el racismo está presente como tema desde el principio del juego.
La tercera entrega de la saga BioShock es también una creación de Ken Levine y del estudio confundado por éste, Irrational Games. Levine fue el cerebro detrás del primer BioShock, coronado Juego del Año en 2007, así como de una secuela que salió al mercado en febrero de 2010.
Las dos primeras entregas del juego se desarrollan en un escenario sombrío, en el mundo submarino moralmente destrozado de Rapture. Como en Rapture, en Columbia se sugiere la posibilidad de que un gobierno teocrático tome el poder y se plantean los conceptos de purificación racial y discriminación, como el nazismo, el patriotismo y la xenofobia.
Levine dijo a la AFP que la inspiración para la saga distópica del juego original provino de muchas fuentes, incluyendo las películas “Ciudadano Kane” y “El Club de la Pelea”, así como de la obra de la novelista estadounidense de origen ruso Ayn Rand.
BioShock Infinite promete continuar con el éxito de la franquicia. “Creemos Infinite es en gran medida una experiencia BioShock, pero al mismo tiempo es algo muy fresco” , dijo Levine.
El editor de videojuegos 2K Games lanzó versiones de Infinite BioShock para la consolas Xbox 360 y PlayStation 3, así como para computadoras personales (PC) con sistemas operativos Windows. El juego se comercializa a 60 dólares la copia.