De Rossi, entre el enfado y las lágrimas

ROMA. Despedida y lágrimas otra vez. Dos años después de llorar el final de la carrera de Francesco Totti, los ’tifosi’ de la AS Roma dicen adiós a Daniele De Rossi y sus 18 temporadas como ’giallorosso’, pero esta vez el enfado acompaña a la tristeza.

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“Una noche de lágrimas y oraciones”. La portada de Il Romanista, el único periódico del mundo dedicado exclusivamente a un club, daba el viernes una idea del ambiente que se espera este domingo por la noche en el Estadio Olímpico, donde De Rossi, de 35 años, jugará contra el Parma y ante 60.000 aficionados su último partido con el equipo de su vida.

Lágrimas, oraciones, pero también la furia de unos aficionados que, tras haber perdido a Totti, “il capitano”, no se resignan a la partida de su actual capitán. De Rossi ha sentido crecer esa ira y en la emotiva carta dirigida el sábado a los aficionados romanistas les invitó a “ponerla a un lado” y a hacer avanzar “la única cosa que nos importa, la que está por encima de todo y de todos, la Roma”.

Desde que la dirección anunció que no renovaría el contrato de De Rossi los aficionados han expresado su desacuerdo, materializado en un mar de pancartas desplegadas por todos lados, de Sídney a Miami, pasando por París, Londres o Rabat, el colmo para un jugador nacido en Ostia, en el litoral romano, y que nunca deseó otro paisaje que las colinas capitalinas.

“Todo lo que amo está en Roma”, explicaba en 2012 para justificar su inmovilismo y su elección de rechazar al Manchester United. “Vosotros sois la razón por la que tantas veces elegí esta ciudad. Mañana será la 616ª ocasión que pensaré que esta elección fue la correcta”, escribió el sábado a sus ’tifosi’.

Con el paso de las temporadas, De Rossi ha afirmado a menudo tener solo “un remordimiento: el de no tener más que una carrera que ofrecer a la Roma”.

Preguntado por la AFP, Rudi Garcia, que fue su entrenador de 2013 a 2016, habla de un jugador que “sabe realmente hacerlo todo”, de “un gran líder”, pero sobre todo un hombre “que tiene a la Roma en la sangre”.

Después de toda una vida mirando a la Curva Sud, la separación no es fácil, ni para él, ni para los aficionados, acostumbrados a no ganar nada o casi nada pero que, al menos, tenían a Totti y a “DDR”.

“Daniè, llévanos una vez más sobre tus hombros ahí donde no existe el tiempo”, escribieron en una pancarta desplegada el lunes frente al domicilio del centrocampista. Pero el tiempo existe y ha atrapado a De Rossi, como ya hizo con Totti, dos campeones del mundo en 2006 que juntos suman 43 temporadas y más de 1.300 partidos con la camiseta ’giallorossa’.

Paralelos y divergentes a la vez, sus caminos son los de dos hijos de Roma con un talento repartido de manera desigual. “A los ocho años Totti ya era Totti”, dijo Alessandro Nesta, otro gran campeón nacido en la capital. A la misma edad, De Rossi, según sus propias palabras, era “un cobarde que evitaba los choques”.

Cerca de 25 años después de entrar en la Roma, el “cobarde” se ha convertido en un gran centrocampista, retratado como un gladiador hirsuto y barbudo, lleno de pasión, adrenalina y amor por su club, pero también técnica y tácticamente muy por encima de la media, como demostró la temporada pasada en la recordada victoria por 3-0 contra el FC Barcelona, su última obra maestra.

De Rossi -lo dijo él mismo- quería haber continuado, pues todavía se siente jugador. Puede que siga siéndolo la temporada que viene, pero no en Roma, de donde nunca habría querido marcharse.

No obstante volverá. A Roma y tal vez a la AS Roma, de quien nunca ha dejado de ser a la vez aficionado y jugador. “El amor que me habéis dado me ha permitido ser en el terreno de juego un pedazo de vosotros”, dijo el sábado. “ Nunca nadie os querrá más que yo”.

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