Un año del fatídico 7-1

RÍO DE JANEIRO. Cada gol fue como un golpe en la quijada para los 11 en campo y los 200 millones viendo: el 7-1 que dejó fuera a Brasil de “su” Mundial-2014 cumple un año y las heridas aún están frescas y lejos de sanar.

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Un entrenador reciclado y los nombres que ahora conforman el equipo ponen en evidencia la pobreza del fútbol brasileño. La Copa América de Chile-2015, el primer torneo oficial que disputó Brasil después del Mundial fue otro fiasco. El equipo, vergonzosamente dependiente de Neymar, cayó en cuartos de final frente a Paraguay, otra vez, como hace cuatro años en Argentina-2011.

Ocho de julio, cinco de la tarde. La masacre comenzaba en Belo Horizonte (sudeste). Neymar estaba en casa, recuperándose de una fractura en una vértebra y Bernard, que jugaba en un equipo de Ucrania, entró en su lugar. Luiz Felipe Scolari, el entonces seleccionador, se negó a jugar a la defensiva. “Si tengo que perder, voy a perder atacando”, habría dicho antes del partido.

Thomas Müller abrió el marcador. En ese momento, remontar aún parecía posible. Doce minutos después, vino el segundo y el preludio del Mineirazo...o Mineiratzen.

Miroslav Klose se convirtió en el máximo goleador de la historia de los mundiales al convertir su decimosexto tanto personal en esa goleada. Alemania fue un equipo estructurado, organizado, muy diferente al Brasil desarticulado, con una defensa vulnerable y un ataque ineficiente.

Después del 7-1, perdió el tercer puesto también con goleada de 3-0 ante Holanda. “Para quien vive el fútbol no hay como explicar ese desastre”, dijo entonces el legendario Pelé. Una preparación mediocre podría ser un primer indicio. La selección entrenó poco o nada y se confió del peso de sus cinco estrellas, cada vez más livianas.

No había terminado la repetición del segundo cuando llegó el tercero, un minuto después en los pies de Toni Kroos. Olía a goleada y las primeras lágrimas comenzaron a invadir a los hinchas incrédulos. Brasil, que arrancó el Mundial con un autogol, no jugó bien y principalmente ante Chile en octavos y Colombia en cuartos de final ganó casi de milagro.

Aquellas selecciones imponentes, de fútbol bonito, son un recuerdo. Y el problema comienza en las categorías juveniles de los clubes, que con gigantescas deudas invierten menos en el descubrimiento de talentos.

Dunga asumió por Felipao nueve días después del Mundial y comenzó un nuevo ciclo después de su fracaso en 2010. Lo nombró el entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) José Maria Marín, que hoy está preso acusado de corrupción.

Brasil nunca consideró contratar a un entrenador extranjero, y por eso ni estudió la opción de Josep Guardiola, multicampeón con el Barcelona y deseoso de entrenar a la canarinha. “Pep dijo que quería hacernos campeones del mundo”, reveló Daniel Alves, miembro de ese equipo que fracasó en 2014.

Un silencio sepulcral invadió el vestuario con el 5-0 en la pizarra. Brasil sabía que el sueño del hexacampeonato en casa se esfumaba. Esta selección redimió 64 años después a aquella que cayó frente a Uruguay en la final de 1950 en el famoso Maracanazo.

“Tenemos que ver el lado positivo. No siempre podremos ganar”, dijo Dunga, que arrancó su nueva etapa con una seguidilla de 10 victorias en amistosos antes de la Copa América, una prueba reprobada.

En Chile, los jugadores insistían que el Mundial era página pasada; Dunga era más realista: es una cicatriz que nunca se borrará. Neymar, con Brasil en la espalda, se impuso en el debut ante Perú por 2-1; y luego cayó ante Colombia. Fue un partido de horror para la estrella, acosada por una demanda en la justicia española y frustrada por un equipo mediocre que no le respondía.

Una gresca al final de ese partido le costó la expulsión y posterior sanción de cuatro partidos por insultar al árbitro. Ante Venezuela, victoria 2-1, con el veterano Robinho salvando la patria. Y en cuartos, de nuevo, derrota por penales frente a Paraguay, con Everton Ribeiro y Douglas Costa fallando en la tanda de penales.

Neymar vio el fracaso de nuevo por televisión. Dunga atribuyó la derrota a la ausencia de cinco jugadores desde el inicio del torneo, y a un supuesto virus que afectó los entrenamientos los días previos. La próxima concentración será en setiembre para dos amistosos en Estados Unidos, uno de ellos contra Argentina en el llamado Clásico de las Américas.

Serán claves para rearmar un equipo con lo poco que se tiene de cara a las eliminatorias mundialistas, que arrancan en octubre.

Dunga sólo contará con Neymar en el tercer partido por las clasificatorias, pues aún le restan dos partidos de sanción por cumplir. Tendrá a Oscar, autor del gol del consuelo en ese fatídico 8 de julio de 2014.

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