Antonio de la Rosa venció a la ceguera para ver su conquista del Polo Sur

Carlos de Torres Redacción deportes, 12 feb (EFE).- Quedarse ciego durante 3 días, perder 16 kilos de peso, el frío y las intensas nevadas no fueron impedimentos para que el aventurero español Antonio de la Rosa (Íscar, Valladolid, 55 años) lograra firmar otra hazaña histórica: completar la travesía en solitario de 1.200 km entre la Bahía Hércules y el Polo Sur geográfico en 39 días.

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De la Rosa, que entre otras gestas se convirtió en la primera persona en cruzar el Océano Pacífico de pie sobre una tabla de padel surf en 76 días de travesía, en esta ocasión se puso los esquís para arrastrar un trineo de 70 kilos por el hielo del Polo Sur. Acostumbrado a situaciones extremás, el exbombero y aventurero confeso tuvo que sentir el miedo de cerca para salir airoso del proyecto.

"Ha sido la aventura más dura que he hecho desde el punto de vista físico. Más riesgo tuve en la travesía del Antártico, pero en el Polo Sur he llegado al límite. Estaba bien entrenado, con registros que no tenía desde los 40 años, pero una ceguera de las nieves me tuvo tres días parado, y el esfuerzo me hizo perder 16 kilos, 6 más de los previstos", explica a EFE De la Rosa, que incide en que cometió errores a la hora de calcular las cantidades de comida.

Batir el récord de la travesía entraba en sus planes. Puro carácter competitivo, pero a veces las circunstancias del tiempo, del terreno o algún fallo de cálculo se puede pagar caro.

La ceguera de las nieves, se presenta el miedo

"En un día de intensa niebla, de esos que apenas te ves los pies, me quité las gafas de protección ocular, lo que le provocó fuertes pinchazos en los ojos, pérdida de visión. No veía nada, hube de parar, nada menos que tres días dentro de la tienda, buscando soluciones hablando con médicos a distancia", explica Antonio.

Por si fuera poco, el tiempo fue especialmente hostil a primeros de año por aquellos parajes polares, donde no suele nevar. En esta ocasión descargó nieve 10 días, y, además, los vientos fueron superiores a los 45 km/h y la sensación térmica superó los 43 grados bajo cero.

"Sentí miedo de verdad. Fue un miedo diferente, sentí que algo invisible me podía derrotar, pasé unos días preocupado", admite De la Rosa, quien recuerda, como situación limite, "cuando era mucho más jóven", el episodio que le hundió en una grieta en la travesía helada del lago Baikal.

Las condiciones que afrontó Antonio de la Rosa propiciaron el abandono de otras expediciones que se encontraban en la región, como la que dirigía la escaladora noruega Kristin Harila, conquistadora del récord de escalar los 14 ochomiles del planeta en 92 días, en el Polo. Fue rescatada, incapaz de superar las lesiones y el agotamiento.

Los contratiempos no evitaron que el aventurero afincado en la Sierra de Madrid mantuviera una media diaria de 30 kilómetros, en jornadas de 12 horas. Por el camino, hasta la llegada el 17 de enero, se dejó 16 kilos de peso.

Otro desafío extremo para De la Rosa, curtido en gestas en solitario de relevancia mundial, como las travesías por todos los océanos del mundo, menos el Índico, que será su próximo proyecto en un par de años. En los años 90 y 2000 destacó como deportista de raids a nivel internacional.

A veces temes por tu vida

"Para afrontar este tipo de aventuras me impulsa el hecho de sentirme con energía para poder explorar nuevos lugares del planeta. Me motiva la preparación, la logística, la incertidumbre de conocer rincones lejanos, inhóspitos", explica De la Rosa.

La declaración de intenciones de Antonio de la Rosa admite el factor del miedo, un elemento que no impide la acción, pero que siempre compensará para lograr el hecho de evitar otro tipo de vida que no sería de su agrado, que no le haría feliz.

"Existe el miedo y temes por tu vida alguna vez. Los aventureros tenemos claro que hay riesgo, lo mismo que los montañeros, pero lo asumimos. Claro que podemos morir, pero cuanta mayor sea la preparación, física y técnica, menos probabilidades tienes de morir. Cada vez soy mas precavido y tengo mas conocimientos. Ahora veo los riesgos mejor que nunca", asegura.

De la Rosa no se imagina vivir sin la aventura, pero también aclara que no es ningún "bicho raro".

"No me imagino una vida diferente a la que he elegido. Es mi forma de sentirme vivo. No soy un bicho raro, también me gusta ir a pasear o al bar con mis amigos, pero necesito al menos una aventura al año", comenta.

"Hoy en día me resultaría imposible adaptarme a una vida convencional. Incluso no me adapté a ser bombero, vivo en la montaña...sueño con la aventura", concluye.

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