Anisimova (9 del mundo) derrotó a Swiatek (n.2) por 6-4 y 6-3 en una hora y 36 minutos. Nada que ver con aquella final de Londres, donde la polaca arrasó con un doble 6-0.
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Como en Wimbledon, Swiatek abrió el partido con un ‘break’ que podría haber sido demoledor para Anisimova, una jugadora que ha lidiado con problemas de salud mental.
Pero esta vez, Anisimova recuperó de inmediato el quiebre, y una sonrisa se dibujó en su rostro ante el estallido del público neoyorquino.
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Anisimova, oriunda de Freehold Township, una ciudad dormitorio de Nueva York, defendió su saque con potencia y profundidad, hasta ponerse con dos bolas de set con 5-4 al resto. Swiatek salvó la primera, pero la estadounidense ganó la segunda.
Swiatek, que venía de ganar el WTA 1.000 de Cincinnati, abrió el segundo con un quiebre, igual que el primero, ante cierta frustración de Anisimova. Pero la estadounidense tampoco tardó en recuperarlo, igualando el set 2-2 tras cuatro juegos.
Luego la polaca cedió un segundo quiebre con una doble falta para el 5-3 de Anisimova, que sirvió por el partido.
Anisimova se puso 40-0 con tres bolas de partido, perdió las dos primeras. La tensión se podía cortar con un cuchillo en Flushing Meadows. Su tercera bola la mandó a la cinta de la red y, tras un instante de incertidumbre, la suerte cayó de su lado.
“Ha sido un sueño hecho realidad. Volver, recuperarme después de Wimbledon de esa manera, sí, es algo realmente especial para mí. Siento que trabajé muy duro para dar la vuelta a aquello, y hoy me lo demostré a mí misma: puedo hacerlo”, aseguró Anisimova en declaraciones a pie de pista.
“He intentado motivarme al máximo. Ella es una de las rivales más duras que he enfrentado, y sabía que iba a tener que esforzarme al máximo. Fue un partido muy difícil; para mí fue una verdadera batalla”, añadió.