Arturo Rivarola, el hombre que ama a sus remos

SANTA MARTA. Del remo se separó en 2009, como de amores se separan los novios adolescentes, es decir, un día sí y otro no, la pasión se enciende hasta que los amantes se reencuentran para no distanciarse más.

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Pasada la decepción de la ausencia en los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, alimentado el deseo de la vuelta a la élite en los de 2016 en Río, Arturo Enrique Rivarola Trapepe, heredero de una dinastía ilustre de navegantes que muchas horas de esfuerzo han pasado entre aguas y cielo, hoy le ha dado a Paraguay la primera medalla de oro de los Juegos Bolivarianos que se disputan en la caribeña Santa Marta.

El remero que comenzó siendo timonel de su padre, “por lo ligerito de cuerpo” y que hoy es una mole de músculos, se impuso este miércoles en la final de su especialidad, skiff par de remos cortos, con un tiempo de 3 minutos, 34 segundos y 56 centésimos. Poco más de dos segundos después llegó el venezolano Juan Miguel Vicent Monasterio, medalla de plata (3:36.95) y con la medalla de bronce quedó el salvadoreño Roberto Carlos López Salazar (3:42.44).

Hasta entonces, la delegación paraguaya había capturado preseas de plata y bronce. El oro era la asignatura pendiente y Arturo Rivarola, quien hace trece días cumplió 28 años, hizo la tarea con creces, con un amor por lo suyo que parece estar por encima de todas las cosas. Opa, el abuelo materno de Arturo, introdujo el remo al ADN de la dinastía. Enrique, su tío, continuó la tradición, que por acaso ya tomaba cuenta del joven Andrés Rivarola, el que se convirtió en su padre y quien llegó a ser campeón sudamericano en 1976

Pero la tradición no para ahí. Rocío, hermana de Arturo Enrique, compitió en los Juegos Olímpicos de 2004 a los que llegó como abanderada. Y el menor de sus hermanos también rema. Por ello era de esperar que no resultara seria aquella pelea como de adolescentes que Arturo Enrique y el remo de declararon hace ocho años.

Ni la ganadería y la actividad agrícola, que llenan el tiempo del primer medallista de oro paraguayo en los Bolivarianos de Santa Marta han podido alejarle definitivamente del agua, del cielo abierto, de su skiff y sus remos. De origen latino, etimológicamente 'regattare' significa “concursar para obtener el premio”. Y de ganar sabe Arturo Enrique Rivarola Trappe.

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