Australia se interroga tras naufragio de sus nadadores en Rio

SÍDNEY. Viajaron a Rio con el objetivo de lograr 11 medallas de oro, pero los nadadores australianos solo consiguieron tres. Cuatro años después del desastre de Londres, este nuevo naufragio de la natación australiana es tal vez la gota que colma el vaso.

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Con un nuevo entrenador y una plétora de jóvenes talentos, la selección australiana derrochaba confianza a su llegada a Brasil. Estaba decidida a pasar página del fiasco de 2012 -ninguna medalla de oro en las pruebas individuales-, recuperar su rango y justificar su presupuesto, el más elevado de todos los deportes de ese país.

Porque los australianos se han acostumbrado, desde el inicio de los Juegos de la era moderna, a que la natación aporte cerca del 40% de las medallas conseguidas por la delegación “aussie”.

De Dawn Fraser (1956, 1960 y 1964) a Ian Thorpe (2000 y 2004), pasando por Murray Rose (1956 y 1960) o Shane Gould (1972), la lista de campeones olímpicos australianos que impusieron su ley en las piscinas olímpicas es larga.

Sin embargo, en Rio, los nadadores australianos palidecieron ante sus rivales estadounidenses (tres medallas de oro contra 16) e incluso Michael Phelps, con cinco, logró más títulos que ellos.

Muy lejos de los ocho oros conquistados en casa en Melbourne-1956, y de los siete logrados hace 12 años en Atenas, su mejor actuación en el extranjero.

En el panteón de las desilusiones destacan Cate Campbell y Cameron McEvoy. A pesar de que ambos llegaron con los mejores registros de la temporada, no pudieron aguantar la presión y se quedaron a las puertas del podio en sus finales de 100 m libres.

“Los australianos pueden pedir legítimamente que les devuelvan el dinero”, ironizó este domingo el diario Courier Mail de Brisbane.

“Los contribuyentes dieron casi 40 millones de dólares australianos (unos 30 millones de dólares estadounidenses) para financiar la natación en los últimos cuatro años. Podían esperar un retorno de inversión”, continuó.

Todo había comenzado bien en Rio, con dos medallas de oro en el primer día de competición (4x100m libres mujeres, 400m libres hombres), recuerda The Australian. “Pero la campaña olímpica del equipo de natación causó luego una gran consternación”.

Cate Campbell y McEvoy reconocieron haber cedido a la presión. “Miedo escénico”, resumió el entrenador del equipo, Jacco Verhaeren.

“Sabemos desde hace tiempo que la presión puede incidir negativamente en el rendimiento, haciendo que los atletas pierdan los nervios, la concentración o creando angustia”, subrayó Richard Keegan, profesor de Psicología del Deporte en la Universidad de Canberra.

“Es toda una carrera, el trabajo de una vida lo que se juega en unos pocos segundos”, insistió.

“Incluso en un experimento de laboratorio, cuando la gente está frente a un público, se constata una aceleración del ritmo cardíaco, un aumento de la tensión muscular, más sudor”, insistió.

En Rio, algunos lograron mantenerse a flote. El joven Kyle Chalmers ofreció a los australianos su primer título olímpico en 48 años en la prueba “reina” de los 100m libres. Y Mack Horton causó sensación en los 400m libres.

A pesar de su fracaso individual, Campbell lideró la victoria australiana en los relevos 4x100m libres, con récord del mundo en la final.

Los optimistas dirán que la natación australiana no fue tan desastrosa. Después de Londres 2012, se apartó a toda la plana mayor de la federación y una investigación interna posterior reveló una falta de liderazgo e incidentes internos, incluidas novatadas.

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