De acuerdo con artículos publicados en The Economist el 19 de abril de 2025, el dólar estadounidense, durante décadas símbolo de estabilidad financiera global, comienza a mostrar signos de vulnerabilidad. Desde mediados de enero, el billete verde ha retrocedido más de un 9% frente a una canasta de divisas principales, mientras que el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años ha aumentado.
Esta combinación inusual, caída de la moneda pese al alza de los rendimientos, indica que los inversores ya no perciben a los activos estadounidenses como refugios seguros. En medio de crecientes rumores sobre la venta de bonos del Tesoro por grandes gestores de activos extranjeros, se vislumbra un panorama inquietante para la economía global.
La confianza en los activos de Estados Unidos (EE. UU.) ha sido la piedra angular del sistema financiero internacional. Con un mercado de bonos del Tesoro de US$ 27 trillones en EE.UU. (US$ 27 billones en Paraguay) y una moneda que domina el comercio mundial, Estados Unidos de América ofrecía seguridad garantizada por instituciones sólidas, baja inflación y respeto a la legalidad.
No obstante, el artículo advierte que, decisiones recientes desde la Casa Blanca han comenzado a resquebrajar esas bases. Políticas comerciales agresivas, aumentos masivos de aranceles e incertidumbre económica generalizada han deteriorado la imagen de la economía estadounidense, acercándola peligrosamente a la recesión.
El escenario fiscal tampoco es alentador, con una deuda neta que ronda el 100% del PIB y un déficit presupuestario equivalente al 7% del mismo, la salud financiera de EE.UU. genera serias dudas. Los recientes planes del Congreso para incrementar aún más el gasto podrían añadir otros US$ 5,8 trillones (US$ 5,8 billones en Paraguay) a la deuda en la próxima década, una cifra que supera incluso los históricos desembolsos por la pandemia y los recortes fiscales de 2017. Este creciente endeudamiento añade una prima de riesgo a los activos estadounidenses, lo que aumenta la posibilidad de una crisis en el mercado de bonos.
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De acuerdo con el análisis de la publicación, una eventual pérdida de confianza podría desencadenar una reacción en cadena: debilitamiento de la demanda de bonos del Tesoro; aumento de las tasas de interés; presión sobre el presupuesto federal y, en última instancia, impactos sistémicos en el sistema financiero global. La Reserva Federal enfrentaría un dilema crucial, intervenir para estabilizar los mercados sin parecer que financia irresponsablemente al gobierno. En este contexto, la credibilidad del dólar, y del propio gobierno estadounidense, podría verse gravemente erosionada.
En medio de esta incertidumbre, Europa anticipa una oportunidad histórica para fortalecer el papel global del euro. La moneda única, creada en 1999, aspiraba desde sus inicios a rivalizar con el dólar como referencia mundial. Sin embargo, la crisis de la eurozona de 2010 expuso debilidades estructurales como, la falta de un verdadero prestamista de última instancia, mercados de capitales poco desarrollados y la escasez de activos seguros limitaron severamente sus aspiraciones globales.
The Economist señala que, hoy el panorama ha cambiado. El Banco Central Europeo (BCE) ha evolucionado, y ha adoptado un rol activo como estabilizador del sistema financiero, mediante programas de compra de bonos y supervisión directa de los principales bancos del continente. Además, durante la pandemia, la Unión Europea aprobó un fondo de recuperación financiado con deuda común, un paso inédito que reforzó la solidaridad fiscal entre los Estados miembros.
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Este fortalecimiento institucional, combinado con la reciente pérdida de atractivo de los activos estadounidenses, ofrece al euro una nueva ventana de oportunidad. Si bien el dólar sigue representando alrededor del 60% de las reservas internacionales, el euro, con un 20%, podría comenzar a captar una mayor participación en un contexto de diversificación global. Asimismo, factores geopolíticos como la competencia entre potencias y el deseo de reducir la dependencia del dólar en países como China y Rusia refuerzan esta tendencia.
No obstante, el artículo menciona que los desafíos persisten. La eurozona aún carece de un mercado de deuda soberana plenamente integrado y su gobernanza política fragmentada podría dificultar respuestas rápidas ante futuras crisis. Además, la liquidez y profundidad de sus mercados de capital todavía están lejos de igualar a los de Estados Unidos.
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En definitiva, mientras EE.UU. enfrenta riesgos crecientes por su inestabilidad fiscal y política, Europa tiene ante sí una posibilidad única de consolidar al euro como una alternativa sólida en el sistema monetario internacional. Aprovechar esta oportunidad requerirá compromiso político, disciplina económica y la capacidad de ofrecer a los inversores la confianza que históricamente han depositado en el dólar.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones