En primer lugar, la tasa global de fecundidad, que refleja el número promedio de hijos por mujer, ha experimentado un marcado descenso en las últimas décadas. De acuerdo con los datos del INE, en 1950 el promedio era de 6,55 hijos por mujer, mientras que para 2025 se estima una caída hasta 1,93, con una proyección de 1,72 en 2050. Esta tendencia indica que el país ya se encuentra por debajo del umbral de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer), lo cual anticipa una contracción de la población en edad de trabajar y una presión creciente sobre los sistemas de pensiones y salud.
A esta dinámica se suma la evolución de la tasa bruta de reproducción, que mide el número promedio de hijas que tendría una mujer a lo largo de su vida fértil. El valor era de 3,18 en 1950, descendió a 0,94 en 2025 y se prevé que llegue a 0,84 en 2050. Esta reducción pone de relieve que, sin políticas de fomento a la natalidad, el país podría enfrentar una disminución de la población femenina en edad reproductiva, lo que acentuaría la baja fecundidad y las consecuencias económicas asociadas, mismo escenario ya planteado en varios países del mundo.
En paralelo, la edad media de la fecundidad, indicador que señala la edad promedio en la que las mujeres tienen hijos, muestra una evolución interesante. En 1950, esta edad era de 29,3 años, cayó a un mínimo de 27,67 en 2010, y desde entonces ha comenzado a repuntar, alcanzando los 28,42 años en 2025, con una proyección de 28,79 en 2050, conforme con los registros y estimaciones del INE. El retraso en la maternidad refleja múltiples factores: mayor participación femenina en la educación y el mercado laboral, cambios culturales, dificultades económicas para formar una familia, y mejoras en las tecnologías reproductivas.
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Desafíos y perspectivas
Desde una perspectiva económica, estos cambios implican ajustes sustanciales en políticas públicas. Por un lado, se requiere replantear los esquemas tradicionales de seguridad social y diseñar estrategias para mantener el dinamismo económico con una fuerza laboral cada vez más reducida. Por otro, se deberán promover una mejor conciliación entre la vida laboral y familiar, políticas activas de natalidad, entre acciones.
El reto, por tanto, no solo será adaptarse, sino hacerlo con rapidez y eficiencia, antes de que los efectos de esta transición demográfica se vuelvan estructurales e irreversibles.
Paraguay es poseedor de una de las mayores brechas de género en la regióntasa de fecundidad
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones