Conforme con la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), los impuestos directos recaen sobre la renta, los bienes o el patrimonio de los contribuyentes, tanto personas físicas como jurídicas, y se calculan en función de la capacidad económica del sujeto. Ejemplos de este tipo son el Impuesto a la Renta Personal (IRP) y el Impuesto a la Renta Empresarial (IRE). Por su parte, los impuestos indirectos gravan el consumo de bienes y servicios, sin considerar las condiciones particulares del contribuyente. Entre ellos se destacan el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Selectivo al Consumo y otros.
Entre enero y abril de 2025 la recaudación tributaria del Paraguay alcanzó G. 13,2 billones, un incremento respecto a los G. 12,0 billones del mismo periodo de 2024 y a los G. 9,6 billones registrados en 2023. El crecimiento ha sido impulsado tanto por los impuestos indirectos como por los directos, aunque estos últimos han ganado un protagonismo cada vez más marcado. Mientras que los tributos indirectos pasaron de G. 7,1 billones en 2023 a G. 9,63 billones en 2025, los directos aumentaron de G. 2,5 billones a G. 3,58 billones en el mismo periodo.
Desde la DNIT mencionaron que este comportamiento refleja una transformación estructural en el sistema tributario, impulsada por las reformas fiscales implementadas desde 2019. La promulgación de la Ley N.º 6380 ese año marcó un punto de inflexión al introducir cambios significativos en el impuesto a la renta, ampliando la base imponible y mejorando la fiscalización. Como resultado, la participación de los impuestos directos en el total recaudado pasó de 24,3% en 2019 a 27,1% en 2025, conforme con los datos preliminares presentados por la DNIT al cierre de abril. En paralelo, los impuestos indirectos disminuyeron en su participación relativa, cayendo por debajo del 73%.
El avance en la participación de los impuestos directos no es menor: en 2013 representaban 17% de la recaudación total, lo que indica una mejora de más de 10 puntos porcentuales en poco más de una década. El aumento sugiere no solo una mayor equidad en el sistema, sino también una menor dependencia de los tributos indirectos, que suelen afectar más a los sectores de menores ingresos.
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Incidencia y perspectivas
La consolidación de la mencionada tendencia se vio reforzada con la entrada en vigor de la Ley N.º 7143, que continuó el camino iniciado por la reforma de 2019. El impacto combinado de ambas normativas se traduce en una Administración Tributaria más eficiente, con mejores herramientas para identificar y fiscalizar a los contribuyentes, tanto personas físicas como jurídicas.
Este proceso también tiene implicancias macroeconómicas relevantes. Una estructura impositiva más balanceada reduce la vulnerabilidad del fisco ante las fluctuaciones del consumo y del comercio exterior, fuentes principales de los impuestos indirectos. A su vez, promueve una cultura de cumplimiento voluntario, fortaleciendo la sostenibilidad de las finanzas públicas.
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No obstante, el desafío sigue siendo importante. Si bien el incremento en la recaudación directa es auspicioso, aún existe espacio para seguir reduciendo la informalidad y mejorando la progresividad del sistema. En ese sentido, las cifras de 2025 confirman el camino iniciado, pero también reafirman la necesidad de continuar profundizando las reformas, con énfasis en la digitalización, el control cruzado de información y una mayor conciencia tributaria ciudadana.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones