El mayor grupo de contribuyentes activos corresponde a la categoría de pequeños, con 795.724 inscriptos, lo que representa un 99% del total. En contraste, los medianos suman 5.635 y los grandes 728. Esta concentración en el segmento pequeño evidencia la alta atomización del sector económico paraguayo, donde predominan la microempresa y el autoempleo.
En la categoría de suspensión temporal, que reúne a 381.998 contribuyentes, se observa la misma tendencia: el 100% corresponde a pequeños contribuyentes. De forma similar, entre los 31.706 contribuyentes bloqueados, el 99% también pertenece a la categoría de pequeños. Esto revela que las micro y pequeñas unidades productivas son las más vulnerables ante los vaivenes económicos, los cambios regulatorios o la falta de asistencia técnica y financiera. En ese sentido, se requiere un mayor enfoque en la generación de herramientas que garanticen la sostenibilidad de estas unidades económicas que, si bien son las más numerosas, también son las más frágiles.
Por otro lado, durante abril se registraron 6.267 nuevas inscripciones de RUC, frente a 1.590 clausuras, lo que da un crecimiento neto de 4.677 contribuyentes. Este balance positivo es alentador, ya que muestra que más personas y empresas están ingresando a la formalidad. No obstante, también debe analizarse en el contexto más amplio del mercado laboral y económico del país. Paraguay mantiene una tasa elevada de informalidad laboral, por encima del 60%, lo cual implica que buena parte de la población activa sigue al margen de las obligaciones tributarias y de los beneficios de la seguridad social.
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Desafíos y perspectivas
El esfuerzo de la DNIT por ampliar la base de contribuyentes es clave no solo para aumentar la recaudación, sino también para mejorar la equidad del sistema tributario. Una economía más formal permite al Estado contar con más recursos para invertir en salud, educación e infraestructura, sectores esenciales para el desarrollo sostenible. Sin embargo, este proceso de formalización debe venir acompañado de una simplificación administrativa, digitalización de procesos y políticas de incentivo dirigidas especialmente a los sectores más rezagados.
En este contexto, el crecimiento económico proyectado para el 2025 podría facilitar la incorporación de más actores al sistema formal. No obstante, el impacto de factores como la inflación, la presión sobre el tipo de cambio o las condiciones climáticas en el agro pueden afectar la capacidad de sostenimiento de muchas pequeñas unidades productivas. Además, las reformas estructurales pendientes siguen siendo elementos claves para consolidar un modelo más inclusivo.
El hecho de que más de 400.000 contribuyentes se encuentren inactivos o con operaciones suspendidas sugiere que el crecimiento de la base tributaria no necesariamente se traduce en una mayor recaudación efectiva. La diferencia entre estar inscripto y cumplir regularmente con las obligaciones fiscales es significativa. Por tanto, la formalización debe entenderse no solo como un proceso administrativo, sino también como una transformación cultural, institucional y productiva.
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Finalmente, y a modo de remarcar, el perfil del contribuyente paraguayo sigue concentrándose en el estrato más bajo de la estructura económica. Esto representa una oportunidad y, al mismo tiempo, un reto. Potenciar la productividad, mejorar el acceso a mercados y brindar capacitación técnica son aspectos esenciales para seguir generando empleo y aportar al desarrollo del país.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.