Se estima que, para 2050, prácticamente todos los países de ALC al menos duplicarán su gasto sanitario per cápita en dólares de 2018. Panamá se convierte en el caso extremo: multiplicaría su desembolso por más de cinco. Chile tiene previsto un aumento de 3,8 veces, mientras que en Uruguay la expansión llegaría a 3,4 veces. En Argentina y Brasil llegarían a 2,3 y 2,5 veces, respectivamente.
El gráfico de proyecciones de gasto sanitario muestra que Paraguay presentaría un crecimiento de 3,3 veces. El ritmo paraguayo resultará más veloz que el de México o Brasil y ubicará al sistema local en una posición intermedia dentro de Sudamérica, con un margen creciente para financiar la atención de enfermedades crónicas y envejecimiento de la población.
Principales factores
El aumento en el gasto de salud no responde a un único motor. Primero está la evolución del ingreso: cuando las economías crecen, la demanda por servicios de salud más complejos (y, por ende, más costosos) se expande. Segundo, la rápida difusión de nuevas tecnologías médicas eleva el precio de los tratamientos y alarga la esperanza de vida, prolongando los años de cobertura. Tercero, el envejecimiento acelerado deriva en mayores tasas de enfermedades crónicas y uso de servicios hospitalarios. La combinación de estos tres factores explica alrededor de dos terceras partes de la variación total prevista hasta 2050.
No obstante, duplicar el gasto no implica necesariamente mejorar la cobertura ni la calidad. El BID advierte que, sin reformas, la ineficiencia podría absorber buena parte de los recursos adicionales. Entre las recomendaciones figura reforzar la atención primaria, extender la compra estratégica de medicamentos, para aprovechar economías de escala, y acelerar la interoperabilidad de los sistemas de información clínica. Medidas de este tipo, junto con evaluaciones de costo-efectividad más estrictas, permitirían contener el crecimiento del gasto sin sacrificar resultados sanitarios.

El componente fiscal también preocupa: si los sistemas nacionales mantienen la estructura de financiamiento vigente, el porcentaje del producto interno bruto destinado a salud podría escalar desde un promedio regional de 7,4% en 2020 hasta 10% en 2050, conforme con estimaciones internacionales.
Ante tal escenario, el desafío para los ministerios de Hacienda o Economía será equilibrar las cuentas públicas mientras se sostiene la cobertura y se reducen las brechas intrarregionales. La apuesta, señalan los analistas del Banco Interamericano de Desarrollo, pasa por mejorar la eficiencia y por avanzar hacia modelos de gobernanza que incorporen incentivos al desempeño de hospitales y aseguradoras.
En definitiva, la región se enfrenta a una disyuntiva: o transforma la forma en que financia y presta servicios de salud, o absorberá un gasto creciente que amenaza con desplazar otras prioridades del presupuesto, más aún cuando la ventana para actuar se estrecha a medida que la población envejece y la presión política por mayor cobertura se intensifica.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones