Acertado experimento de Quintás

El pianista Rodrigo Quintás presentó el pasado viernes las ocho obras que conforman su primer álbum “Experimental”, en el Teatro de las Américas, dejando al público encantado. Al músico se lo ve como lleno de notas y melodías en la cabeza a la espera de salir a la luz, y es una satisfacción saber que esto se está gestando en Paraguay.

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En entrevista había dicho que él no deseaba transmitir algo específico, sino que quería que cada oyente creara su propia película al tiempo de oír su propuesta. De seguro eso le habrá pasado a casi todos los espectadores que asistieron a su concierto, a quienes observé y percibí atentos y sumidos quizás en sus “películas”, usando como “banda sonora” las obras de Quintás, exquisitas al oído.

“Espejos rotos” fue la composición con la que dio un impetuoso inicio, ofreciendo desde ya una montaña rusa de intensidades, acompañado por David Rodríguez (saxofón alto), Belén Ojeda (clarinete bajo), Sebastián Ramírez (batería) y Marcelo Ortigoza (contrabajo). Luego “Causes del sur“, con una preciosa intervención de contrabajo, antecedió a “Obstinados”, mientras el público rompía en efusivos aplausos. En este punto ya se podía percibir una amalgama de jazz con ritmos latinoamericanos.

Como homenaje a su abuelo interpretaron “Ciudad de aire”, en la que se perciben aires de tango. “Extremos” y “Criptografía” demuestran un jazz fino y delicado. En “La espera” se pudo sentir un poco de samba y remató con “Contramarea”, dejando a la platea queriendo más, por lo que demostró que tiene muchos “ases” bajo la manga, ya que dio el bis con una música que formará parte de su segundo disco.

Quintás logra melodías arrolladoras y muy expresivas, donde prima la polirritmia. Además de compositor, exhibe sus sobradas habilidades al piano y transmite gracia..

Un destaque aparte para los músicos que formaron el quinteto junto a él. Piezas imprescindibles para el trabajo de Quintás y que fueron el aditamento preciso, ya que cada uno puso su condimento. Ramírez asombró en la batería y Ortigoza tuvo atrapantes momentos con su contrabajo. La dupla de vientos de Rodríguez y Ojeda imprimió sabores cálidos como oscuros, con virtuosismo. Estupendos.

Animarse a componer obras de género jazz y en Paraguay, es una tarea admirable, considerando que hoy día nos envuelven estilos un tanto ligeros. Sería maravilloso que más de los buenos músicos jazzeros que hoy tenemos se animen a dar el paso, y que Quintás nos siga sorprendiendo con más “experimentos”. victoria.martinez@abc.com.py

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