Al calor de las guitarras

La noche del martes fue una de las tantas calurosas de estos días, pero eso no fue impedimento para que una gran cantidad de gente colme todos los espacios de Drácena. El motivo: el concierto del joven guitarrista Diego Solís, quien llevó como invitada a su colega Sofía Herrnsdorf.

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El recital lo abrió Sofía con las piezas Saudade Nº 3, de Roland Dyens, y “Balada del indio”, de Ismael Ledesma. Ella atrapa porque su ejecución tiene mucho carácter, pero al mismo tiempo combina eso con una delicadeza que encanta.

Tras recibir fuertes aplausos, tomó su lugar Diego Solís, quien abrió su concierto con “Camino de las tropas”, de Carlos Moscardini, y Danza en Mi menor, de Jorge Morel. Ya desde su postura al tocar, percibimos que Solís está totalmente entregado a su instrumento. Asimismo, su interpretación es precisa y limpia, sus dedos bailan con agilidad sobre las cuerdas de la guitarra con mucha gracia.

Siguió el repertorio con “Antonino”, de María Linnemann, tras contar que descubrió dicha obra que lleva el mismo nombre que su padre, quien disfrutó el tema desde la primera fila. Continuó con “Cómo llora una estrella”, de Antonio Carrillo, y “Carora”, de Antonio Lauro.

Más allá de la búsqueda por la precisión, Solís logra con creces aportar una gran sensibilidad a las obras, así como el ímpetu que exigen las diferentes piezas.

Con “Cielo abierto”, de Quique Sinesi, Diego se robó una enérgica ronda de aplausos, que casi no difirieron de los que ya vino recibiendo desde el inicio. Es grato verlo porque él logra que lo que ejecuta parezca sencillo, y a la vez lo disfruta.

La recta final se dio con temas de compositores paraguayos como “6x8 para mis viejos”, de Pedro Martínez; “La galopa”, “Nocturno” y “Pu asy”, de Martín Ortega, y las danzas paraguayas “Ha che valle” y “London karape”, de Agustín Barrios.

Pero ante la emoción el público insistió por escuchar una obra más. En un evidente momento de exaltación Solís puso broche de oro con una muy buena ejecución de “La catedral”, de Barrios, para llevarse muchos más aplausos y gritos de “¡bravo!”. Puede que la gente haya sufrido la adversidad climática en el local, pero definitivamente cada nota entregada por estos jóvenes guitarristas valió la pena. Luego de conciertos como este, uno sale contento ante la seguridad de que la guitarra paraguaya está en prometedoras manos. victoria.martinez@abc.com.py

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