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La novedad en este último tomo ha sido el retoque de algunos puntos fundamentales de la última acción bélica registrada en Cerro Corá el 1 de marzo de 1870, cuando el Mcal. Francisco Solano López fue asesinado y al mismo tiempo aniquilado el raleado contingente que arribó con él hasta ese lugar.
Respecto de este incidente, Rubiani escribe: “Solo los indiferentes o desinteresados de ‘pensar la historia’, los que se inhibieron de hacerla operativa y útil; o se empecinarían –siempre– de esterilizar un ideal o desdibujar las razones de una lucha, se ocuparon en discutir lo trivial de este largo drama. En frivolizar la tragedia paraguaya buscando descifrar, sintáctica o simbólicamente, si López se equivocó o se equivocaron los cronistas que describieron aquel momento para ‘adivinar’ si la frase que pronunció antes de morir fue: ‘¡Muero con mi patria!’, o ‘¡Muero por mi patria!’. Despreocupados de la verdad o de alguna aproximación hacia ella, se dedicaron a eternizar el dilema de si fue ‘héroe o villano’; o si se había constituido a partir de aquel día, en ‘paradigma del patriotismo’ o no fue sino un ‘tirano sanguinario’.
“Es que la pertinaz discusión sobre la figura del Mariscal fue modelada para que fuera funcionalmente útil a quienes buscaron “mirar hacia otro lado” para no ver ‘la luz’ que resplandecía ante los ojos de todo el mundo: el deliberado y explícito complot para eliminar el nombre del Paraguay del mapa americano”.
Además de incluirse el mismo mensaje con que el autor finalizara su primera entrega de 2002, se agregan en esta edición, otros escritos sobre la posguerra y el testimonio de un personaje fundamental durante la ocupación aliada de Asunción: el cónsul italiano Lorenzo Chapperon, quien realizó una vívida descripción del “estado mental” de los paraguayos en la retaguardia, en una carta que envió a su esposa y en la que manifestaba su admiración hacia el pueblo paraguayo.