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El actor que ya había trabajado con Liman en el filme de ciencia ficción “Al filo del mañana” compone el rol de un avivado que prácticamente se vio obligado a involucrarse en las operaciones de la CIA, la DEA y el Cartel de Medellín. Una suerte de cowboy, muy astuto, que ha sabido jugar en todas las puntas, con tal de salir vivo y cumplir con la labor que le toca.
Haciendo un poco de historia, Barry Seal era un aviador de la TWA, que se convierte en piloto particular para hacer espionaje para la CIA y que luego se convierte en transportador de cocaína para el Cartel de Medellín. También se involucra en llevar armas a los contras de Nicaragua, y, por supuesto, también actúa para la DEA.
El relato es llevado por el propio Seal, que, de esta manera, cuenta como si siempre fuera una víctima de las circunstancias, hasta de la dificultad de no tener más lugar donde guardar su dinero. El de Seal no es precisamente un retrato fiel (Cruise, por ejemplo, no engordó todo lo que debía para parecérsele). Pero el objetivo ha sido componer un personaje pícaro y fachero. Ese tipo buena onda, pero que realmente es un gran bandido. Es el gringo, muy rockero y piola, pero que, realmente, está jugando muy sucio.