Una amistad truncada

La segunda película de Hérib Godoy, “La redención”, llega hoy a los cines. Es la historia de una amistad truncada, nacida en las trincheras de Nanawa, y que se perdió en los avatares políticos del siglo XX.

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Básicamente, “La redención” es una película de guerra y, afortunadamente no es un filme épico. Es la historia de unos hombres nobles, que están cumpliendo con su deber, pero que saben que la guerra no es el camino. No es un filme revanchista, mucho menos patriotero. Es una película sobre la amistad.

El filme cuenta con muy buenas actuaciones. Sobresalen no solamente los experimentados Lali González, Juan Carlos Notari, Ramón del Río y Emilio Barreto, sino también los soldados de Nanawa, encarados por jóvenes ovetenses de poca experiencia, pero que se han desempeñado con mucha naturalidad ante las cámaras, cada personaje con características especiales. Aníbal Ortiz, por ejemplo, que ya había protagonizado “Latas vacías”, aporta solvencia como el sargento que está al mando del pequeño pelotón de amigos. Los diálogos también están bien encarados, con las tallas típicas que más que rebajar al otro, buscan lograr momentos de distensión en situaciones azarosas.

Pero al filme le faltó más crudeza en la guerra. Hemos crecido viendo filmes sobre batallas de todo tipo, y “La redención” necesitaba más balas, más explosiones, y, por lo menos, alguna muerte de algún soldado paraguayo, porque lo que se vivió en la primera mitad de la década del treinta no se trató de una excursión al Chaco donde se hicieron amistades de toda la vida.

Aunque el propósito del filme no fue resaltar el heroísmo guerrero, la película necesitaba acción e intensidad dramática en las batallas. Así quedó como una película buena, pero que podría haberse convertido en un gran largometraje.

sferreira@abc.com.py

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