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Hasta el 20 de febrero, sin necesidad de telescopio ni binocular, desde el hemisferio sur se podrán avistar los cinco planetas más cercanos a la Tierra, según informó la publicación especializada Space Daily.
Los astrónomos recomiendan que el avistamiento de este espectáculo celeste se intente hacer en estos últimos días de enero, debido a la Luna llena y, además, Mercurio brilla con más intensidad y sube más alto.
El momento clave es 45 minutos antes del amanecer, ya que más temprano en la noche, Mercurio se encuentra demasiado bajo, y más tarde el cielo comienza a clarear y la luz del Sol deslumbra.
Otras indicaciones útiles para el aficionado a la astronomía consisten en buscar un lugar despejado, sin ningún obstáculo a la vista en dirección norte.
Para localizar la alineación de planetas, lo más sencillo es comenzar por Venus, ya que es el planeta que más brilla. Si bien es extremadamente luminoso, no titila, ya que no genera luz propia, como cualquier estrella.
Una vez señalado Venus, Mercurio se encontrará un poco más a la derecha, aproximadamente a la distancia de nuestro puño cerrado, si estiramos el brazo a la altura de los ojos.
Para situar a los otros tres planetas, hay que regresar a Venus y dibujar un arco hacia arriba y a la izquierda, donde encontraremos primero Saturno, que es más tenue y difícil de distinguir que Venus.
Por eso, no se debe confundir con la luz anaranjada de la estrella Antares, que brilla justo debajo de Saturno, a la derecha.
A continuación, se encuentra Marte, que brilla un poco más que Saturno, pero menos que Venus.
Si seguimos con el trazado de ese arco, de nuevo una estrella no nos debe despistar, y saltamos Spica para llegar a Júpiter, que está más arriba.
Fenómeno natural
La alineación formada por los planetas en el cielo sigue de cerca la eclíptica, con una trayectoria aparente del Sol contra el fondo de estrellas. Este camino marca el plano de nuestro Sistema Solar, la prueba visual de que los planetas, incluida la Tierra, giran alrededor del Sol en más o menos el mismo plano.
La observación no representa ningún peligro para la vista ni anuncia ninguna catástrofe apocalíptica, ya que responde a fenómenos naturales del movimiento de los cuerpos celestes.