El difícil camino recorrido para llegar al cambio

Nos preguntamos como es posible que un país de 8 millones de habitantes con un poco más de 20.000 kilómetros cuadrados de extensión, sin recursos naturales y para colmo, rodeado de países que hasta el día de hoy no aceptan su presencia desde 1947, haya podido convertirse en el de mayor densidad de empresas innovadoras en el mundo, una por cada 2.000 habitantes, teniendo en cuenta que existen alrededor de 4.000 empresas pioneras que desarrollan constantemente nuevas tecnologías.

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En el año 2009, en NASDAQ, la bolsa de valores donde cotizan las empresas de tecnología, las empresas israelíes eran mayoría por encima de las empresas chinas, europeas e indias juntas y en la actualidad existen 95 empresas israelíes cotizando en la misma.

Sin embargo, no siempre fue así. En 1984, Israel tuvo un índice inflacionario de 444.9% y las perspectivas para 1985 era de casi 1000%. No había mucha diferencia entre la economía de Israel y la de algunos países de América Latina de aquellos años.

Punto de inflexión

En junio de 1985 la clase política del país tomó decisiones que harían cambiar el curso de la economía y convertirían a un país a punto de entrar en cesación de pagos en una potencia económica y militar a nivel global.

Los proyectos de innovación jugarían un papel importante en este crecimiento pues a la fecha Israel es el país que recibe más capital de riesgo, invertido en empresas que se dedican a crear productos y servicios innovadores para grandes corporaciones mundiales pues el mercado es pequeño y los vecinos con sus conflictos internos no representan un mercado muy atractivo.

La apuesta actual es crear nuevos y mejores productos y vender las patentes para que otros la exploten comercialmente.

En 1995 la empresa alemana Siemens compró la startup OrnetData siendo esta operación la primera que una empresa europea llevaba a cabo en Israel.

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