Huesos y pelos, hoy conservados en museos y colecciones privadas, pertenecerían en realidad a ejemplares de oso negro asiático, oso marrón tibetano y otro marrón del Himalaya, y podrían incluso contribuir a salvar estas especies en riesgo ayudando a reconstruir su evolución genética. Lo sostiene un estudio de un grupo internacional de investigación coordinado por la bióloga Charlotte Lindqvist, de la Universidad de Buffalo en Estados Unidos.
30 de noviembre de 2017 - 01:11
Se derrumba mito del yeti
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