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Después de aquel 5-0 del local, le tocó pitar la definición del grupo de Suecia y México. Probablemente haya sido su partido más flojo pero no se dejó intimidar antes las airadas protestas de los europeos y encaminó el partido en la clasificación de ambos a octavos. El Comité de Árbitros le renovó la confianza a pesar de una polémica mano de Chicharito y le encargó un duelo de octavos de perfil relativamente bajo: Croacia-Dinamarca. Acertó en las decisiones más importantes y coronó con la jugada del penal a favor de los croatas ya en los últimos minutos del alargue: penal y no expulsión del defensor danés Jorgensen aplicando correctamente el reglamento de amonestar en caso de ir al balón a pesar de ser el último hombre en acción. La jugada ofreció un plus: el estado físico del juez. Minuto 115 de partido y Pitana siguió la jugada para tener claridad.
Los jefes le dieron otro partido en cuartos pero con un perfil mucho más alto: Francia-Uruguay. Había riesgo. Lo cómodo hubiera sido mandar a un partido entre europeos como lo hicieron con el brasileño Sandro Ricci. Cualquier decisión polémica hubiera desatado la crítica por estar involucrado un equipo sudamericano. La FIFA lo utilizó como ventaja. Conocedor de la idiosincrasia rioplatense, manejó con la autoridad del que tiene cancha. En la primera simulación de Luis Suárez, retó al delantero para que sea la última vez. El siguiente fue Kylian Mbappé para demostrar imparcialidad. Cuando casi se le complica el juego con la exageración de Mbappé y la reacción de Diego Godín, mezcló diplomacia y tarjetas a los responsables del tumulto: el delantero del PSG y Cebolla Rodríguez. Examen aprobado.
Haber dirigido ya a ambos finalistas en partidos de eliminación y el manejo de situaciones conflictivas le otorgaron la ventaja en relación al otro candidato que era el iraní Faghani que estará en el encuentro por el tercer puesto.
Pitana repite la hazaña de su compatriota Horacio Elizondo del 2006: abrir y cerrar el Mundial. Aquella vez, el exasesor de la APF necesitó de la ayuda del cuarto árbitro Medina Cantalejo para percatarse del cabezazo de Zinedine Zidane al italiano Marco Materazzi. Esta vez no habrá necesidad de encubrir la ayuda de la TV como pasó en Berlín. Es el Mundial del VAR que desde octavos aceptó un rol menos invasivo. Los franceses esperan que esta vez, nadie pierda la cabeza.