Cargando...
Según la explicación, ese costo de la informalidad está compuesto por los US$ 272 millones que dejaron de percibir en 2013 los productores, debido al bajo rendimiento de las semillas no certificadas; eso, más los US$ 3,6 millones que en forma directa no llegó a los “semilleristas” legales; también otros US$ 7,4 millones que no cobraron los “obtentores” y los US$ 330.000 que no tributó el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave). “Nos percatamos de que los productores no ven un beneficio usando la semilla certificada, entonces ese es un aspecto que tenemos que reforzar como agremiación”, observó Roberto Lang, presidente de Aprosemp.
Añadió que los costos de la informalidad fueron mayores en los años en los que la tasa de utilización de semillas certificadas fue más elevada, así también, en los que los precios internacionales de la soja fueron altos.
“A pesar del fuerte posicionamiento de la soja paraguaya a nivel internacional, las firmas semilleristas y los obtentores, que son la base del crecimiento, no pueden desarrollar todo su potencial”, afirmó.
Trabajando en la informalidad, los productores buscan bajar los costos de producción. Además, según apuntó Lang, el uso de semillas no certificadas tiene sus consecuencias negativas a la hora de la cosecha, ya que las certificadas rinden un 10% más.
Recordó que la legislación permite a los productores producir su propia semilla y que este factor impide que Paraguay supere la tasa de adopción de semillas certificadas, que es del 37%.
Según los datos del sector soja, en 2014 los envíos de granos de la oleaginosa alcanzaron apenas US$ 2.400 millones, principalmente como consecuencia de la caída externa de los precios, cifra 63% menor que en 2013.