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Alcides Ramón Brizuela, el jefe que había sido acusado por estafa contra un programa apoyado por el Gobierno norteamericano y al que reubicó el director Nelson Valiente en la Aduanas de Caacupemí, resultó ser otro mago de las finanzas, pues construyó una imponente casa y se convirtió en empresario en épocas en que cobraba G. 1.500.000.
Brizuela ganó protagonismo con la nueva rotación que hizo Valiente para poner paño frío al escándalo desatado con la “aduanera” Leonor Vysokolan, amiga que hicieron ingresar irregularmente sus colaboradores en la zona restringida del aeropuerto Silvio Pettirossi. A partir de ahí saltó que cuando era agente del Departamento Técnico Aduanero de Vigilancia Especial (Detave), el nuevo jefe presentó facturas falsas en rendición de viáticos en un plan anticontrabando financiado por EE.UU. y tuvo que devolver el dinero para no ir a prisión.
Brizuela es otro privilegiado del Gobierno del “nuevo rumbo”, consiguiendo ascender a administrador. En sus 26 años en Aduanas, solo en el 2010 logró ser jefe y por 8 meses, según confirmó él mismo. Históricamente fue funcionario de bajo rango y cobraba salario mínimo, a excepción de esos ocho meses que llegó a ganar G. 4 millones al mes.
Sin embargo, en los años que el funcionario tenía ingreso mínimo, se construyó una importante residencia, valuada hoy en US$ 250.000. Abrió un negocio de neumáticos a nombre de su esposa Carolina Gauto, compró propiedades, etc.
Según Brizuela, aplicó la estrategia de sus compañeros Francisco Solano Pérez y César Samaniego, e incluyendo a Miguel Vysokolan, hermano de la “aduanera”, que “de a poco ” terminaron sus cotizadas casas.
El funcionario refirió que la mansión que se ve en la fotografía de este artículo construyó “en 10 años, entre 1995 y terminé en el 2005. Mi casa no es de lujo adentro, puede ser afuera, pero adentro no”. En ese tiempo, Brizuela tenía ingresos mínimos. “Mi suegra compró y me regaló el terreno”, dijo.
El negocio de neumáticos se inició hace 6 a 7 años, con una inversión inicial de G. 60 millones y, según dijo Brizuela, hoy estima un capital de G. 230 millones. “Está a nombre de mi señora, hicimos un préstamo”, alegó.
Brizuela es considerado ahijado del gobernador de Itapúa, Luis Gneiting, y según sus compañeros, fue el que le ubicó como administrador. De hecho, la Gobernación de Itapúa es uno de los clientes de su negocio, según figura en el portal de Contrataciones Públicas.
rossana.escobar@abc.com.py