LOS LECTORES OPINAN

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La condena a Perlita

Aunque muchos no estén de acuerdo con la condena pecuniaria a la médica Perlita Paredes, creo que la sentencia está ajustada a derecho, porque me parece justo devolver lo robado al Estado, pero entiéndase bien: al Estado. Y no a particulares. Porque la estafa fue al Estado y al Estado debe retornarse lo que al Estado se robó.

Pero al margen de lo establecido en la sentencia –resultado de un acuerdo entre abogados– nadie se detuvo en analizar que la estafa de Perlita tuvo su origen en la desvergüenza de la madre de la imputada, Perla Acosta, generosa madre que ubicó a la parentela en cargos públicos y Perlita fue una más del montón. Con el agravante de que Perlita no quemó las pestañas por cinco años en la Facultad de Medicina del Paraguay, sino fue enviada por la “generosa madre” acompañada de humildes campesinos hasta la lejana Cuba a formarse gratuitamente a costa del Gobierno cubano, retornando con un título de difícil legalización en nuestro país, donde los jóvenes se negaron a cotejarse en exámenes de suficiencia. Y la Perlita debió sortear con facilidad todos los inconvenientes gracias al tráfico de influencias manejado hábilmente por la diputada, expulsada ya de su mismo partido por sus manejos pocos éticos en su conducta de activa política sampedrana. De manera que la pobre Perlita hubo de afrontar –con dinero de la madre– un proceso que debió involucrar a sus benefactores, la diputada, el director de IPS o el funcionario que la contrató sin verificar la legal habilitación del título de Perlita, la Corte Suprema de Justicia, que también la contrató sin debido examen de suficiencia, la Itaipú que también la contrató sin darle funciones específicas y el Parlamento Nacional como agencia de colocaciones, sin que se conozca tampoco las funciones otorgadas a la hija de la generosa traficante de influencias.

El perjudicial tráfico de influencias, que de eso se trata todo este intríngulis desvergonzado, se debe combatir a fondo y no debe acabar con sentenciar solo a los beneficiarios. Porque tal es el volumen en el que disfrutan los amigos de lo ajeno, que el propio último presidente de la Cámara de Senadores, Dr. Julio César Velázquez, el domingo ante las cámaras de la TV afirmó sin pestañear que ya ubicó a más de 250 amigos de la vida fácil en cargos rentados a cuenta del erario nacional .Y si el propio Pdte. del Congreso Nacional se vanagloria de su gran influencia, para favorecer a los amigos, qué podemos pedir de sus “humildes” colegas que nos llegan desde el interior con una avidez por el fácil enriquecimiento, llenando las planillas del Parlamento para disfrutar de la plata dulce sin justificarse la necesidad administrativa de esa gran agencia de colocaciones, en que estos sátrapas convirtieron al Poder Legislativo.

Cuando las investigaciones periodísticas se acerquen hasta esa otra gran agencia de colocaciones que es la Justicia Electoral, podremos encontrarnos aún con mayores iniquidades, que nos dejarán atónitos.

Nelson García Ramírez

Generosidad argentina con dinero paraguayo

Coincido plenamente con el doctor De Gásperi en cuanto a la falta de voluntad de los paraguayos en defender posiciones injustas referentes al tema Yacyretá. Al momento de firmar acuerdos prevalecen singulares criterios y posteriormente nuestras autoridades no hacen más que acomodarse a la situación asumida.

La corrupción, el sometimiento y acostumbrada dejadez forman parte de nuestra peculiar e irremediable manera de ser, pero lo que no puedo comprender es que ante actos injustos de parte de nuestros “nobles vecinos” nos derretimos en elogios al Gobierno argentino, por arrojar migajas camufladas de solidaridad. ¿No se pusieron a pensar que todo aquello que recibimos de nuestros “generosos hermanos” son restos con relación a lo que están recaudando a costilla de la energía paraguaya? Es muy fácil repartir regalos, ayudar a los damnificados, otorgar asistencia médica gratuita, ofrecer cursos, etc., a nuestros compatriotas cuando el beneficio obtenido de la energía de Yacyretá supera ampliamente lo desembolsado. Por supuesto que la “ayuda argentina” les hace muy bien a su desprestigiada imagen llevando agua a sus molinos. Nada lo dan gratis aunque lo parezca. Su generosidad no existe, solo los ingenuos beneficiados directos lo creen y son los únicos que los defienden.

Haciendo referencia a los miles de paraguayos que trabajan en la Argentina. Quiero manifestar que reciben una paga por un servicio y no por magnanimidad argentina resaltando de paso, que inexplicablemente, el trabajador paraguayo en el exterior es muy querido, eficiente y dispuesto a realizar cualquier tarea que los oriundos consideran denigrantes.

¿Qué podríamos hacer para dejar de ser menos apáticos y más proactivos ante reiteradas arbitrariedades? Solo así los argentinos nos respetarían. Muy en el fondo debo felicitarlos por la manera de hacer parecer las cosas y que siempre encuentran paraguayitos agradecidos que ensalzan su generosa ayuda y que no se dan cuenta que lo que reciben es extraído de sus propios bolsillos.

No podemos cambiar la postura argentina que siempre se caracterizó por atropellar derechos paraguayos, ni su arrogancia, soberbia o deshonrosa manipulación pero si podríamos cambiar nosotros empezando a plantarnos firmemente sin miedo a “caer mal” como escribió el doctor De Gásperi.

Helga Behage

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