Mayor decomiso de drogas, señal de que el narcotráfico se afianza en el país

Los sucesivos Gobiernos se han estado jactando de los volúmenes de droga que decomisan, algunos de tamaño considerable, independientemente de las enormes cantidades que se incautan en puertos europeos, originados en nuestro país. Pero esos “éxitos” que se atribuyen las autoridades, que cada vez son mayores, tiene su contracara: las impresionantes cifras que se dan a conocer –como esos más de 14.000 kilos de marihuana decomisados en estos días en Saltos de Guairá y 285 kilos de cocaína en Ciudad del Este– permiten suponer que el narcotráfico está floreciente en nuestro país, que la producción no tiene pausas en el caso de la marihuana, y que la cocaína o los precursores para su fabricación ingresan sin problemas por nuestras fronteras. Y bien, a ello puede agregarse que no todo tiene destino exterior, ya que el consumo ha crecido enormemente, en Asunción y en el interior del país, a juzgar por la proliferación de la delincuencia relacionada con la drogadicción. En resumen: Paraguay ya no solo es país de tránsito de la droga, sino de consumo.

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Los sucesivos Gobiernos se han estado jactando de los volúmenes de droga que decomisan, algunos de tamaño considerable, independientemente de las enormes cantidades que se incautan en puertos europeos, originados en nuestro país. Pero esos “éxitos” que se atribuyen las autoridades, que cada vez son mayores, tiene su contracara: las impresionantes cifras que se dan a conocer –como esos más de 14.000 kilos de marihuana decomisados en estos días en Saltos de Guairá y 285 kilos de cocaína en Ciudad del Este– permiten suponer que el narcotráfico está floreciente en nuestro país, que la producción no tiene pausas en el caso de la marihuana, y que la cocaína o los precursores para su fabricación ingresan sin problemas por nuestras fronteras. Y bien, a ello puede agregarse que no todo tiene destino exterior, ya que el consumo ha crecido enormemente, en Asunción y en el interior del país, a juzgar por la proliferación de la delincuencia relacionada con la drogadicción. En resumen: Paraguay ya no solo es país de tránsito de la droga, sino de consumo.

Más de un presidente y otras altas autoridades han afirmado que el crimen organizado ha permeado las instituciones del Estado, de lo cual a esta altura ya no se puede dudar, pero hasta ahora no hay signos de que esté en marcha su necesaria depuración, siendo presumible que las periódicas confiscaciones afecten solo a una ínfima parte del narcotráfico, como señalamos. En efecto, su mayor volumen bien puede responder al correlativo incremento del mercadeo, no siempre clandestino.

En este sentido, es improbable que las actividades delictivas de Felipe “Macho” Acosta –amo y señor del Canindeyú– hayan sido muy afectadas por el reciente decomiso de los mencionados 14.290 kilos de marihuana transportados en nueve vehículos, supuestamente sin que se hayan percatado los controladores. El jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Jalil Rachid, supuso que recibían sobornos o estaban durmiendo, y se preguntó por qué la carga fue trasladada “tan campantemente”, dejando la respuesta a cargo de otras entidades, en las que el caso hará “saltar las alarmas”, según afirmó. Pues, no saltaron, por cierto, cuando en septiembre de 2023, seis agentes policiales fueron rodeados y amenazados por la banda de Macho, tras haber detenido en Yby Pytã una camioneta ocupada por el edil lugareño Juan Antonio Villalba (ANR), quien les dijo que los comisarios de la zona ya habían sido comprados. El problema de fondo, precisamente, es que muchas alarmas institucionales no saltan porque han sido desconectadas mediante el dinero sucio. Tras el nuevo escándalo de la voluminosa carga de marihuana incautada, al menos hubo ahora una barrida de comisarios de la zona afectada.

A estas alturas, ya no solo hay que preocuparse por combatir la producción y la comercialización de los estupefacientes. También habría que trabajar mucho para combatir el consumo y tratar a los adictos, que en buena medida ya integran el paisaje urbano y contribuyen al aumento de la inseguridad. Ya en 2023, el entonces ministro del Interior, Federico González, había dicho que el “alarmante” número de drogadictos jóvenes era la causa principal de esa situación. En tal sentido, el Dr. Daniel Cantero, director del Centro de Control de Adicciones dependiente del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, que atiende cada año más de veinte mil consultas de jóvenes de entre 18 y 25 años, llamó la atención en enero acerca de que las edades de inicio del consumo van disminuyendo, hasta el punto de que dicho centro ya tuvo internados a niños de siete años. La droga predilecta sería el crack, un derivado barato de la cocaína, muy adictivo y de efectos inmediatos, que al parecer distribuye sobre todo el célebre Clan Rotela, a menudo a través de menores de edad y en competencia con el Primer Comando da Capital.

Si se ha llegado a tan pavorosa situación es porque ciertas iniciativas estatales no han tenido efectos apreciables, como la del Ministerio de Educación y Ciencias, que en 2016 creó un “circuito de atención” al consumo o la presencia de drogas en centros de enseñanza, y que en 2019 firmó un acuerdo al respecto con el de la Niñez y la Adolescencia, así como con la Senad. Es necesario, pues, que el Gobierno se ocupe no solo de combatir la mafia enquistada en el aparato estatal y de impedir el paso de drogas ilícitas por el territorio nacional, sino también de combatir el consumo de estupefacientes y de tratar a sus víctimas.

No hay entonces razón para vanagloriarse de los crecientes volúmenes de drogas que se decomisan en nuestro país, ya que ello es un síntoma grave de que el narcotráfico, antes que debilitarse, se está afianzando fuertemente en todos los niveles. Hay que apresurarse y limpiar la casa, antes de que se convierta en el centro regional de operaciones del crimen organizado.

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