Las promesas vacías del Presidente

En febrero del 2024, el presidente Santiago Peña y su esposa, Leticia Ocampos, expresaban en un video su “asombro” por las condiciones en las que encontraron el Hospital Nacional de Itauguá, tras una visita al nosocomio. “Nos subimos al auto y lo único que le pedí a Santi era que si nosotros estábamos acá era por algo, y que no podíamos terminar estos cinco años sin cambiar la realidad de esas personas”, decía la primera dama. “Nos encontramos con algo que estamos decididos a cambiar”, replicaba el presidente, al tiempo de comunicar que había dado la orden a su equipo para iniciar los trabajos de mejoras de las condiciones del hospital. Estas promesas al parecer fueron producto de la emoción pasajera del recorrido por los “pasillos de la realidad nacional” que realizó la pareja presidencial en uno de los momentos en el que el presidente se encontraba en el país, ya que un año y medio después, si bien los pacientes hablan de mejoras en el ala de diálisis, en el resto la situación no solo sigue igual sino que fue empeorando.

Corría el mes de febrero del 2024, cuando el presidente Santiago Peña y su esposa, Leticia Ocampos, publicaron un video de tinte “lacrimógeno” en el cual expresaban su “asombro” por las condiciones en las que encontraron el Hospital Nacional de Itauguá, tras una visita que realizaron al nosocomio. “Nos subimos al auto y lo único que le pedí a Santi era que si nosotros estábamos acá era por algo, y que no podíamos terminar estos cinco años sin cambiar la realidad de esas personas”, decía la primera dama.

“Nos encontramos con algo que estamos decididos a cambiar”, replicaba el presidente a su turno, al tiempo que comunicaba a la ciudadanía que había dado la orden a su equipo de gabinete para iniciar los trabajos de mejoras de las condiciones del hospital, como por ejemplo, el albergue a los familiares, la zona de urgencias, la sala de diálisis. Informó también que dio la orden de iniciar los trabajos para convertir al Hospital Nacional de Itauguá en el más grande de toda la República.

En verdad, todas estas promesas al parecer fueron producto de la emoción pasajera del recorrido por los “pasillos de la realidad nacional” que realizó la pareja presidencial en uno de los momentos en el que el presidente se encontraba en el país, ya que un año y medio después, si bien los pacientes hablan de mejoras en el ala de diálisis, en el resto la situación no solo sigue igual, sino que fue empeorando. Por lo menos en lo que refiere a servicios públicos, porque en lo que respecta a las adjudicaciones en procesos licitatorios a los “amigos del poder”, se cumple a rajatabla el slogan de campaña de “vamos a estar mejor”.

En efecto, el jefe de Pediatría del nosocomio, Dr. Jesús Irrazábal, señalaba en los últimos días las deplorables condiciones del hospital considerado un “buque insignia” en la salud pública. Refirió que hace más de dos años que el área de terapia infantil está cerrada por “reparaciones” que nunca se concretan y que incluso se encuentran paralizadas. El médico indicó que una tercera parte de las muertes producidas en el área de pediatría corresponden a recién nacidos, para quienes una terapia intensiva en tiempo y forma podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. Mencionó además que la interrupción de las obras se debe a la falta de pago a las empresas constructoras por parte del Ministerio de Salud.

Como si todo fuera poco, el médico resaltó que en estos momentos existe un elevado número de pacientes con cuadros respiratorios debido a las bajas temperaturas, y entre los pacientes más vulnerables se encuentran los bebés menores de seis meses quienes en su mayoría requieren internación, pero el hospital también sufre de carencia de insumos, lo que acarrea un alto costo para cada paciente que recurre a la salud “pública”, ya que debe costearse sus medicamentos e insumos, incluyendo lo más básico, como guantes, hilos y agujas. “El Ministerio de Salud nos está haciendo trabajar mal, cuando más necesario es sentir su respaldo”, enfatizó.

La situación del hospital “emblemático” para la salud pública como lo es el Hospital Nacional de Itauguá es actualmente caótica por la falta de mantenimiento, paredes y techos cayéndose a pedazos, cucarachas que hacen compañía a los familiares de los pacientes internados en la zona del albergue, la falta de unidad de cuidados intensivos en pediatría, la falta de medicamentos y la pésima gestión en la compra y reposición de los mismos, en especial en aquellos indispensables para los recién nacidos, evidenciando no solo una mala gestión sanitaria, sino las mentiras del Presidente, quien, supuestamente conmovido y compungido en un video casero junto con su esposa, prometió convertir al Hospital Nacional en el más grande del país. De hecho, tiene aún la oportunidad de hacerlo, pero ha transcurrido mucho tiempo desde su promesa, y absolutamente nada se ve en beneficio de los sufrientes enfermos, especialmente de los niños, a juzgar por las palabras del médico citado.

El presidente debería hacer un acto de sincericidio y confesar al pueblo paraguayo si el poder político es compartido con alguien o, en definitiva, él no tiene ninguno, puesto que es inconcebible que comparta un video conmovedor junto con su esposa prometiendo cambiar la situación del hospital y un año y medio después ni siquiera cuente aún con la sala de terapia de niños en funcionamiento. Por cierto, es evidente que ni él ni la primera dama recurren a hospitales públicos en casos de nececidad.

También se evidencia que el único propósito de cortar cintas en inauguraciones de salas de terapia intensiva es poder colgar en las paredes las placas con sus nombres y apellidos, como los “grandes artífices del progreso” puesto que, en el caso del Hospital Regional de Villarrica, la sala de cuidados intensivos tuvo que ser desmantelada horas después de su inauguración por no contar con las condiciones necesarias para su funcionamiento, lo que terminó costando la vida de un recién nacido. Entonces, ¿vale la pena colgar placas honoríficas en las paredes cuando los pacientes deben colocarlas en los cementerios?

La salud pública es un derecho humano fundamental establecido en el artículo 68 de la Constitución Nacional y establece que “nadie será privado de recibir asistencia pública para prevenir o tratar enfermedades”. Además, es un compromiso ratificado por el Estado ante la comunidad internacional proveer y garantizar el “disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social”. Y esa es una de las primeras obligaciones de Santiago Peña, de su gabinete, del Poder Legislativo al momento de aprobar presupuestos, y de los órganos de control y de justicia, para castigar a quienes incumplen esta obligación.

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